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Fue el día 1 de junio de 2011, marchábamos hacia el cementrio de Tortajada por el viejo Camino del Muladar, cuando empezó a llover y entramos en la nave de Jesús Gómez, mi "Quinto". Ese año solo fuimos dos los Quintos. Él estaba en sus faenas, que son muchas y variadas. La charla nos llevó de un lugar a otro. Subimos, bajamos, entramos y salimos por una laberíntica y compleja urbanización. Después de mucho tiempo, demasiado, sin vernos, atrapamos la tarde entre los dos y comimos cerezas del huerto, pisamos el barro y fuimos a la "usma" de lo desconocido entre los mil trastos de ferralla almacenada sin concierto en la parte trasera de la casa. Las palabras le fluían a Jesús atropelladamante, tanto era lo que me quería contar en tan corto tiempo como se presumía. La lluvia amainó y salió el sol por los Volajes. Entonces se produjo el fenómeno tan conocido del arco Iris o arco de San Juan. Me dejó su teléfono móvil y recogí estas dos fotografías. Los pajares viejos y arruinados, las teñadas y los montes calizos cubiertos de arnachos me hicieron recordar los días gozosos de la infancia. A veces es preciso congelar el tiempo en una instantánea como justificante de que hemos vivido ese instante pleno de felicidad. Hasta pronto, amigo.
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