CÁTEDRA/CADIERA/SILLA
Posiblemente la Sede Episcopal o Seo ( así se suele llamar en Aragón a la Catedral) sea la más modesta de España, sin embargo, es el corazón de una genuina y hermosísima ciudad. Albarracín tiene, además de su Catedral y se su cuerpo de población amurallado (sin olvidar el barrio de los Palacios), una larga e interesante historia que es necesario conocer para comprender bien lo que los ojos ven al pasear la mirada por estas calles y rincones inigualables. De Albarracín fue natural Domingo Gascón y Gimbao, aficionado a las misceláneas, prohombre aragonés, pero sobre todo, turolense. Gascón empleó su tiempo y su dinero en promocionar y regenerar la "Provincia de Teruel" y, la provincia, le debe una buena porción de lo que es hoy (Teruel le recuerda con una plaza y un viaducto en la A-23). Sin embargo, Albarracín le debe, también, al Almagro de Tramacastilla (otro gran turolense) mucho de lo que hoy presume como joya de la arquitectura popular y del arte. La historia de Albarracín hay quien la hace comenzar unos 6.000 años antes de Cristo, con las famosas pinturas rupestres, sin embargo, fue lugar importante para los romanos por encontrarse en la Vía Romana Caesaraugusta-Laminio. Desde aquí comenzaron los romanos la edificación del acueducto más largo que construirían en Hispania (Albarracín-Cella). Obra imperial y misteriosa, la del acueducto, que la historia todavía no nos ha revelado todos sus secretos (centro de interpretación en Gea de Albarracín). Otras curiosidades nos aguardan en Albarracín, como esa singular rareza de ser donada a la familia Azagra (Navarra), por el rey Lobo de Murcia. Rareza es, también, encontrar un pez tallado en roca cristalina durante dos generaciones o ese esenciero de plata con incripciones en árabe o aquel portapaz tan valioso que se guarda en su museo catedralicio. Albarracín gozó tras el señorío de los Azagra, de los mismos Fueros que Teruel (copia casi literal) y padeció su pérdida a manos de Felipe II, con idéntico dolor. Albarracín es incorporada definitivamente a la Corona de Aragón con Pedro IV en 1379, previo pacto firmado en Fraga con los herederos del señorío. Aquí está hoy la ciudad, viva y latente, acunada por el murmullo del Guadalaviar, de etimología árabe (río de los pozos, para algunos, o río blanco, para otros). No se trata de hacer aquí una introducción exhaustiva sino de dejar paso a las imágenes que ampliaremos en sucesivas entregas (callejeando por Albarracín). "La Comunidad" está llena de hermosos y amables lugares: Torres, con su herrería; Orihuela con San Millán, el Gallo y la Virgen del Tremedal; Jabaloyas, con su monte Jabalón, lugar propicio para los aquelarres de brujas; Valdecuenca, patria chica de Juan Romero Alpuente, el "Marat" español y un largo etcétera de lugares y gentes que omitimos por no dilatarnos.
Placa que anuncia la Plaza de la Seo/Catedral.
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La misma placa arreglada.
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Vista panorámica de Albarracín monumental.
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Techumbre y retablo mayor de la Catedral.
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CASA DE LOS "RUIZ DE AZAGRA" EN ENCINACORBA
Con este nombre se conoce una casa-palacio de estilo renacentista sita en la calle Mayor de la villa de Encinacorba. La razón de la existencia de esta casa puede deberse a que los Azagra descansaran aquí en sus viajes, desde Azagra en Navarra hasta Albarracín. Además, en esta villa se encontraba el puerto más importante de todo el recorrido, el Puerto del Alto de San Martín y era villa de la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén. Los Ruiz de Azagra hicieron importantes donaciones a la villa entre ellas unas puertas con lacas chinas que aún se conservan.
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Retablo de San Pedro atribuido a Gabriel Yoli.
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Puerta en el claustro.
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¡"POR ALBARRACÍN YO... MATO"!
El suceso tuvo lugar en Burriana y en el contexto de la "Guerra de los dos Pedros", Pedro I el Cruel de Castilla y Pedro IV el Ceremonioso de Aragón.
Pedro IV de Aragón logró atraer al soberano de Albarracín, su hermanastro el infante don Fernando, hasta su cámara, donde lo asesinó en 1363.
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