Hasta los años 50/60 del siglo XX Teruel era... "tiendecicas y burdel". A Teruel llegaban los serranos de ambas sierras para hacer sus compras y demás necesidades. Así que comenzaron los planes de desarrollo y la consiguiente emigración, la ciudad se fue convirtiendo, casi en exclusiva, en un coto de funcionarios. De ahí, la necesidad actual de sectorizar la pequeña economía turolense. La deseada sectorización tiene ahora dos vectores importantes: el aeropuerto Teruel-Caudé y el turismo. Como a Teruel no le sobra nada en absoluto no podemos prescindir de un bien económico como es el turismo. Por esa razón bien está mimarlo. Recuerdo que los primeros años de la Feria del Jamón se salía a la nacional Sagunto-Burgos con un jamón y una bota de vino a ofrecerles a los transeúntes un agasajo (no había control de alcoholemia). Ahora todo se ha convertido en algo más impersonal y comercial; falta ese contacto cercano que hace que luego se transmita la experiencia del viaje de forma intima y personalizada. Por eso un plato de jamón para que lo pruebe el turista sería una buena campaña de la Denominación de Origen. Teruel ganaría mucho.
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