En 1860 la provincia de Teruel tenía 237.276 habitantes, en la actualidad (2012), tenemos 144.607 habitantes (INE 2011). Contábamos entonces con 10 Partidos Judiciales. Actualmente tenemos 3 Partidos Judiciales (Alcañiz, Calamocha y Teruel), sin embargo, ahora se han incorporado 10 Comarcas. La provincia tiene 236 municipios (279 en 1833) y 25 diputados provinciales. Hay pueblos como Almohaja, Alpeñés o Salcedillo con una densidad de 1,10- 0,91-0,71 habitantes por kilómetro cuadrado, respectivamente.
*DEMASIADOS CONCEJALES
*
Como consecuencia de la crisis que padecemos se está poniendo en cuestión el hecho de que si nuestros sistema representativo es adecuado o no. Primero, si la representación es adecuada en cada institución y luego, sí tantas instituciones, no representan un obstáculo organizativo y un marasmo administrativo que impide el mejor desarrollo de nuestra economía. Cuatro ojos ven mejor que dos, ello sería una razón para mantener la representación pero, la informática, es una herramienta que permite ahorrar costes de personal y agilizar los trámites. La toma de decisiones no es mejor porque haya mucho personal político: véase en Teruel la constante y prolongada serie de errores cometidos con el urbanismo. ¿¡Es imposible que con la mitad de concejales se hubieran podido cometer más!? Por otra parte los políticos se colman de asesores y ¿de que nos vale?, si al final prima el interés personal y el nepotismo.
ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN
Municipios en España: 8.116.-
Concejales: 68.462.-
Diputados provinciales: 1.040.-
Consejeros de Cabildos Insulares: 153.-
Censo de electores: 34.202.425.-
EL TINGLADO DE UNAS ELECCIONES
23.719 locales electorales.
60.545 mesas.
181.635 miembros titulares de mesa.
208.309 urnas.
58.850 cabinas.
39.000.000 (millones) de sobres.
Además de las Juntas electorales y los Gobiernos Civiles funcionando durante dos meses (cuando menos) a base de horas extras.
Bueno la cosa no acaba aquí pues, luego, tenemos las elecciones autonómicas, las nacionales y las europeas. La democracia es un sistema caro, muy caro. ¿Por qué razón? Muy sencillo: cuando un partido ha gobernado mal y ha llevado a su país a la ruina, toda la responsabilidad acaba el día que pierden las elecciones. Al día siguiente se pone a criticar al partido ganador, de turno, con una fuerza ciega, como si el no hubiera tenido nada que ver con la ruina que se padece.
Pobre país, ya lo decía Joaquín Costa, lo que necesitamos es un “cirujano de hierro” y añado: a ver quién es capaz de acabar con la corrupción.
*