ALLEPUZ
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Con un sentido parecido al de la ruta de la seda existió en la Edad Media, en el Sur de Aragón, la RUTA DE LA LANA. Al lugar de Allepuz llegaba la lana de la Sierra de Gúdar, la de Albarracín a través de Alfambra (bastión de la taifa de Albarracín) y el puerto Escoriolo y llegaba, también, la lana de Molina y del Jiloca por Bueña, Visiedo y Galve. Desde Allepuz las reatas seguían ruta hasta Cantavieja y finalmente al mar. Los reyes (Jaime I) viajaban por la RUTA DE LA LANA y hasta San Vicente Mártir (patrón de Valencia), todavía en la época romana, hace ya esta ruta cuando desde Monreal gira por Bueña, toma el Campo de Visiedo hacia Allepuz y más adelante el Forcall para llegar, finalmente, al mediterráneo. No en vano en la Edad Media los caminos eran peligrosos y a las gentes les gustaba agruparse para hacer el camino unidos a los comerciantes. Quiere esto decir que desde muy antiguo la ruta estaba consolidada. Para comprender la importancia de la lana en el medioevo baste decir que el comercio de la lana llegó a poner y quitar reyes, como sucedió en el Compromiso de Caspe, con el voto catalán (un único voto determinó la elección de Fernando de Antequera). La pérdida de importancia de la lana sustituida por otras fibras, la despoblación, el abandono del medio rural y la desmemoria de las nuevas generaciones ha hecho que casualmente se haya convertido en noticia el hallazgo del CAMINO DE LOS PILONES, declarado Bien de Interés Cultural (BIC) por el Gobierno de Aragón. Estos pilones señalaban el camino por donde hacían la ruta las caravanas de mulos y burros acarreando la lana en interminables filas. Hay pilones en el Pobo para señalar el paso de la sierra de Castelfrío y los hay en Allepuz para atravesar Sollavientos. Queda pues patente el papel de esta población como cruce de caminos a lo largo de la historia. Allepuz conserva significativos edificios como señal de un importante pasado rico en el comercio, en la ganadería y en la unidad de explotación agropecuaria que era la Masía. Formaban el ente de población, el propio lugar con 187 casas según el Madoz a finales del siglo XIX, además de otras 40 Masadas inclusas las de Caudé y Sollavientos extendidas por un término municipal que junto a Gúdar constituye un macizo y compacto territorio. A Allepuz llega el río Sollavientos que desemboca en el Alfambra y labra una preciosa cuenca hasta llegar a Teruel. Allepuz poseía batanes, molinos, bosques maderables de magnífico pinar, minas de carbón de piedra y ricas heredades, en referencia a las Masías. Pero Allepuz se asienta en un lugar poco apropiado y ha sido calificado como uno de los peores asentamientos urbanos de Aragón. No obstante el lugar debió ser el indicado en su día y así tenemos ahora, junto a la carretera, uno de los mejores Loretos que he visto, datado en el año 1692. La ermita de santa Isabel (1546), que visitaremos pronto, junto a uno de los “cubos” donde se dice que nacía el Alfambra y ahora se llama río Sollavientos. La iglesia de La Purificación es un edificio impresionante de estilo barroco fechado en el año 1771. Fue desmantelada en la Guerra 36-39 y sólo han quedado unos angelotes dieciochescos y un retrato neoclásico dedicado a San Antonio Abad del siglo XIX. La hospedería no es otra cosa que un palacio fascinante construido en piedra sillar entre los siglos XVI y XVII, ahora cerrada momentáneamente. En el lugar se sostienen buenas casas y la del Ayuntamiento con su lonja renacentista no es menos buena, también es de reseñar una fuente situada junto a la hospedería de curiosa factura. La torre, situada a los pies del evangelio está formada por cuatro cuerpos de piedra de cantería con el remate en ladrillo. Junto a la torre la Fonda de Paquita y justo al lado se mantiene una casa tradicional encalada, de gusto y funcionalidad serrana. Terminamos comiendo en el restaurante La Liala, palabra aragonesa que se refiere a la merienda que se pacta en los contratos de compraventa entre particulares. Muchas otras curiosidades tiene Allepuz de la historia media, como esa en que se citan a tres naturales del lugar, en un privilegio, por acompañar a Jaime I en la conquista de Valencia (bajar al reino). Desde Allepuz te dejas caer tranquilamente río abajo hasta Jorcas primero y Aguilar después.
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