Castillo
de Manzaneque
El castillo de
Manzaneque fue construido en el siglo XV, a finales de la Edad Media, por Don
Íñigo de Ávalos, pasando después a propiedad del secretario de los Reyes
Católicos, Don Álvarez de Toledo, y más tarde a los Condes de Cedillo.
El castillo tuvo
antiguamente un aljibe, un pozo, una mazmorra en la torre del homenaje, un foso
un antemuro y un puente levadizo que servía a la torre y al patio del castillo
y, dentro de dicha torre, otro puente levadizo. Además cuentan las crónicas que
en el siglo XVI había en su interior un buen número de armas tales como siete
culebrinas y tiros de bronce, una docena de picas, una docena de escopetas
gruesas, doce ballestones que se armaban con tornos, dos docenas de paveses
grandes, ochenta pelotas de piedra blanca, y ocho o diez coseletes viejos y
otros pedazos de armas.
El edificio es
del tipo "castillo-residencia", situado en llano, en el interior del
casco urbano, teniendo planta cuadrada y un cuerpo avanzado. Está flanqueado
por dos cubillos macizos que protege la puerta, con un arco de entrada apuntado
y sobre ella, casi a la altura del adarve aparecen dos escudos blasonados, uno
con cinco flores de lis y otro con cuatro lobos acuartelados y bordura con
aspas.
La torre del
homenaje está adosada en un lado de la fortificación, de grandes proporciones
ocupando la mitad de su espacio.
Tras la reforma llevada a cabo en los años 70 del siglo pasado, se suprimió el puente levadizo y los restos de antemuro, se cegó un balcón amatacado y se reconstruyó parte del almenaje. El trabajo más importante se llevó a cabo en el interior, mediante el acondicionamiento de los pisos del cuerpo y torre del castillo con el fin de albergar las dependencias del Ayuntamiento.