Ronda de Ambeles esta mañana (jueves) de mercado. Ninguna mujer trabajando en la obra.
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Las dos necesidades básicas del hombre las describe perfectamente el Arcipreste de Hita. Y sobre esta dos necesidades ha establecido la mujer su poder en el hogar (la casa) a lo largo de miles de años (sociedad tradicional). La homosexualidad es el enemigo visceral de la mujer y parece no enterarse (les caen simpáticos). Dos hombres comparten trabajo (mantenencia) y sexo (ayuntamiento placentero). Los dos son maridos y no hay lucha por el poder. Viven felices. El llamado feminismo no es otra cosa que la lucha de la mujer por no perder el poder (control) en el espacio que le es históricamente natural por razones evolutivas: el hogar. En la mina, ninguna mujer pasó de la sala de lámparas y en esta obra de la ronda de Ambeles, no hemos visto a ninguna mujer trabajando en la obra (en el tajo). Así que, el hombre despistado, sale del tajo y tiene que poner la lavadora en casa. Luego enchufa el televisor y la cae un "chorreo" feminista que lo deja helado: "Qué he hecho yo para merecer esto."
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En el colmo del desideratum alucinógeno hay que cambiar las señales hasta en las obras para no herir sensibilidades. En la imagen, señal de obras con icono de mujer... Sin embargo, no hay ninguna mujer en el tajo.
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El hombre tiene fatiga histórica. Se ve en la escuela. Las chicas les llevan un año de adelanto en lectoescritura. Es hora del relevo. Es hora de que la mujer vaya al tajo. El hombre para abajo, la mujer para arriba.
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Año 1888
Crónica de sucesos del periódico "EL CORREO DE TERUEL"
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