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lunes, 21 de marzo de 2016

Marzo2016/Miscelánea. JULIÁN BORREGUERO LÓPEZ. DOS ÓLEOS SOBRE ALBARRACÍN.

I-NEX-PUG-NA-BLE
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¿Qué población puede decir lo mismo? Albarracín nunca pudo ser conquistada por las armas. Es una fortaleza, aquí cobra el apelativo todo su significado, INEXPUGNABLE. El Barrio de los Palacios y el Portal de Molina son testigos de cuanto decimos. Albarracín sólo se entrega mediante pacto (a los Azagras) o tal vez a ese río de aguas blancas que lo atenaza. Sí, Albarracín es prisionera del río que la rodea y la atrapa, como atrapa a la mies, la curva de una corbella. Tremendo foso el que han escavado las aguas y fuertes y firmes murallas las que construyó el hombre para su defensa.
A ver, a conocer y pintar la perla interior han venido muchísimos artistas. Julián Borreguero, decidió tomar por una vez los óleos y pintarte ya que, resistir a la tentación, le fuera imposible. Los cuadros son propiedad de la Diputación General de Aragón y su tamaño es de 44 X 100 cm. 
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Borreguero López, Julián
Contenido disponible: Texto GEA 2000
(Segovia, 3-VI-1937 – Zaragoza, 2001). Pintor. Vivió en Zaragoza desde 1958. Estudia en la Escuela de Artes y Oficios de Segovia y en la Escuela de Cerámica «Zuloaga», pasando a la Escuela de Cerámica de la Moncloa, Madrid. Becado por la Escuela Superior de Bellas Artes, donde acaba sus estudios en 1958. Beca del estado y pensión en Granada por la Fundación «Rodríguez Acosta».
Destacado retratista que se apoya en un sólido dibujo y en el dominio de la técnica. Su obra más representativa la inicia en 1958, sin olvidar la magnífica serie sobre la tauromaquia, 1959 a 1962, que realiza mediante plumilla sobre papel, en la cual muestra una implícita fuerza rara vez abandonada. Sus primeros lienzos corresponden a una temática de marcada crítica social, que se acompaña por un sobrio colorido. Con posterioridad se interesa por un paisaje interpretado desde la supresión de elementos formales para obtener un mayor impacto visual. Paisaje que evoluciona del ascético color a unas tonalidades más claras, las cuales nunca impiden su acentuada personalidad. El paisaje urbano, las escenas costumbristas y la crítica social se mantienen como una constante. A partir de 1995 tiene una obra que retoma aquella fuerza al servicio del cuerpo humano, en ocasiones fragmentado, para incidir en una interiorización de los sentimientos que posa sobre cada pincelada.
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