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martes, 8 de marzo de 2016

Marzo2016/Miscelánea. FERNANDO TORRENT

ARTISTA TUROLENSE
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Fernando Torrent, esa es su firma y esa su identidad. Desconozco cuál fue el afortunado año de su nacimiento pero, sí que recuerdo, que fuimos compañeros de bachillerato en el Ibáñez Martín. No hemos tenido mucha relación personal, aunque de vez en cuando bajaba hasta su taller, junto al Puente de Tablas, para hacerle algún encargo. Es de los buenos turolenses, de esos que escudriñan entre sus ladrillos, torres, artesonados y cerámicas. De los que investigan nuestro pasado y lo plasman a fuego vivo. Como le seguía los pasos, sin él saberlo, siempre pensé que quedaría en artesano, en un magnífico artesano… Me equivoqué de cabo a rabo. Fue pasando el tiempo y fue progresando. Fueron creciendo sus aspiraciones y fue, poco a poco, cultivando el Arte de la Creación, el Arte Supremo al alcance de unos pocos elegidos. Sin embargo, nunca ha tenido remilgo de volver a mancharse las manos, ni el delantal, de barro como un ejemplo vivo de que el hombre no debe tener miedo de volver al polvo… a la tierra, a su origen.
De sus tres facetas visibles de puertas para fuera quizás, la más conocida, sea la de artesano. Luego viene la de creador de grandes murales, buena parte de ellos colocados en Concud y relacionados con la paleontología. Esta atractiva faceta  relacionada con la paleontología nace, también, de ese espíritu investigador con el que con tanto afán pretende desentrañar los misterios de Tirwal, de su Tirwal. Y por último, su transición hacia el arte grande y puro. Aspecto menos conocido por sus conciudadanos pero en el que plasma con delicado decoro y equilibrio de formas las inquietudes de sus alma de artistas.
En esta progresión inacabada encontramos a Fernando en su taller de río Duero, batallando noche y día en pos de su sueño. El pos de su definitiva y total consagración como artista. 
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