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sábado, 16 de diciembre de 2023

Diciembre2023/Miscelánea. EL MONASTERIO DE OSEIRA (Orense) "EL ESCORIAL GALLEGO"

EL PAPEL DE PABLO GARCÍA GÓRRIZ EN LA RESTAURACIÓN DEL MONASTERIO DE OSEIRA Y LA CONFECCIÓN DEL APRIMERA GUÍA DEL LLAMADO “ESCORIAL GALLEGO”.

Al poco tiempo de profesar, en 1918 le nombraron secretario de la comunidad, cargo que desempeñó hasta 1929 en que, habiendo pasado por San Isidro un grupo de monjes franceses para tomar posesión del monasterio de Oseira, el hermano Pablo se incorporó a ellos, siendo uno de los pioneros de la restauración, habiendo pasado en Oseira los diez primeros años, trabajando lo indecible en el monasterio y soportando toda suerte de penalidades.

La llegada al monasterio causó honda impresión en los fundadores, por el estado lamentable en que se hallaba el edificio, con casi toda la techumbre hundida, a excepción del templo y algunas otras dependencias.

Se necesitaba una fuerza de voluntad firme y un espíritu de sacrificio a toda prueba. Además, la parte económica era totalmente deficiente porque los principales fundadores venidos de Francia llegaron —casi como cuando los apóstoles salieron a predicar la buena nueva— con los breviarios de rezo y algún que otro utensilio indispensable. Fray Pablo, primer cronista del monasterio, en su preciosa obra de aquellos tiempos, describe con mano maestra la situación de la casa y las primeras impresiones recibidas por todos, que no pudieron ser más deprimentes. Habla de la situación catastrófica en que se hallaba el edificio, carente de tejado, en ruinas por todas partes y las galerías superiores hechas un verdadero bosque lleno de maleza y arbustos de todas clases que habían nacido entre las piedras. Las gentes de las aldeas se volcaron el primer día con sus dádivas generosas, pues carecían de todo lo más indispensable, pero mucho no podían aportar, por tratarse de gente humilde que vivía al día cultivando sus exiguos terrenos. Y como en aquellos tiempos no había turismo, carecían de fuentes de donde poder extraer medios económicos para poder subsistir. No tuvieron más remedio que arreglárselas con el ingenio, tardando poco en montar una pequeña vaquería que les daba para elaborar queso y más tarde fabricarían champán y, por fin, chocolate. Como los monjes extranjeros poseían una cultura superior, canalizaron el río que pasa por medio de la finca, construyeron un pequeño embalse, montaron unas turbinas que producían fuerza eléctrica con la cual podían alumbrarse, incluso facilitar corriente a los habitantes de la aldea para que disfrutaran también del mismo beneficio, cuando no conocían la electricidad en muchos kilómetros a la redonda. En una palabra, cumplían a maravilla aquellos hombres el tan manoseado axioma benedictino, “ora et labora”.

Fray Pablo prestó otros servicios a la comunidad, como el ser representante de la misma para la recepción de huéspedes distinguidos, ya que los demás monjes eran extranjeros o carecían de la cultura que poseía el hermano aragonés. Fruto de esta cultura fue la elaboración de la primera guía del monasterio, impresa en 1932, antes de dos años de la llegada de los monjes. La primera edición se agotó pronto y fue necesario reimprimirla hasta cinco veces, lo que indica el interés con que fue aceptada. Fue una obra que mereció gran estima del público, ya que eran raras las guías de monumentos —sobre todo abandonados como estaba Oseira— en aquellos tiempos. Todavía hoy es buscada con ansiedad por los bibliófilos, porque en ella se contienen multitud de datos muy estimables sobre la historia de la Orden.

Texto de Damián Yáñez Neira

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