EL MOLINO
Durante mucho tiempo los molinos de
harina, de aceite y los hornos estuvieron en manos de la nobleza y del clero.
Porque ambos constituían la llave del control social (el pan). El pan es el alimento
de los pueblos pobres y, el pobre, tiene/tenía que claudicar ante el dueño de lo que
entra en su estómago y en el de su familia. La forma más generalizada de cobro
por el servicio de la molienda era la maquila o porción de la harina que
quedaba para el dueño del molino.
El que tiene el poder, tiene la
capacidad de torcer la voluntad de los que están por debajo de su autoridad.
Así, en el romance, se deja entrever ya al final, la mofa del corregidor hacia
el molinero. ¿Cosa extraña era ver un molinero honrado y cornudo a la vez…? pero,
la voluntad de la molinera nada vale, tampoco, frente al comendador y más si es el dueño del molino.
El romance de la molinera y el comendador, muy extendido por toda España, pone de manifiesto el funcionamiento de una sociedad estamental y autárquica y sirve de pretexto para la obra de Alarcón, El sombrero de tres picos. Así, (señala Alarcón) el pueblo llano, además de poner en entredicho su honra como le sucede al molinero sigue pagando diezmos, primicias, alcabalas, subsidios, mandas y limosnas forzosas, rentas, rentillas, capitaciones, tercias reales, gabelas, frutos-civiles, y hasta cincuenta tributos más, cuya nomenclatura no viene a cuento ahora.
En las sociedades estamentales la
concentración de riqueza en manos de unos pocos era cosa habitual. Hay un
capítulo en la historia de Teruel en la que el obispo de Zaragoza reprende a
los clérigos turolenses por su avaricia, esto es, por la excesiva acumulación
de riqueza.
El molino tradicional es ya hoy un
instrumento ancestral un ingenio que ha desaparecido de nuestra vida cotidiana
y por lo que se hace necesario su museización y la preservación de aquellos que
todavía puedan ser recuperados.
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ROMANCE DE LA MOLINERA Y EL CORREGIDOR
En la provincia de Huelva
había un molinero honrado,
que ganaba su sustento
con un molino arrendado,
y era casado con una moza
que era una rosa y era tan bella
que el corregidor, ay madre,
se prendó de ella.
La regalaba, la prometía,
hasta que un día
le pidió los favores que pretendía.
Responde la molinera:
-Vuestros favores admito,
pero siento si nos pilla,
mi marido en el garlito,
porque el maldito
tiene una llave,
con la cual cierra,
con la cual abre
cuando es su gusto,
expuesto es que nos pille
y nos dé un gran susto.
Responde el Corregidor:
- Me estoy haciendo una idea
de mandarle en el molino
algo que allí le entretenga.
Según lo digo, será de trigo
porción bastante;
que lo muela esta noche
que es importante,
para una idea que tengo oculta
bajo la multa de doce duros.
Así será del modo,
estemos seguros.
Allí por aquel molino
ha pasado un pasajero
que entendía de moler
tan bien como el molinero:
- Si tienes ansia por irte a casa
vete tranquilo,
que esta noche sin falta
se muele el trigo.
Ha salido el molinero
y a su casa ya se ha ido.
Les ha encontrado a los dos
como en harina metidos.
Vete tranquilo, buen molinero,
ve a tu molino
no dejes que el vecino
te muela el trigo.
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