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lunes, 16 de julio de 2012

Julio2012/Miscelánea. LA FABLA ARAGONESA ( I I )

El IFC ha hecho poco por el aragonés.
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LA FABLA II
Todas las lenguas de la península Ibérica, excepto la lengua de los vascos y la desparecida lengua de los íberos, son lenguas romances e indoeuropeas. Todas nacen, por descomposición, de un tronco común que no es otro que el latín (la lengua celta es también indoeuropea y afín a la Itálica). El Imperio Romano nos legó la lengua y, tras su caída, un territorio por recuperar a los musulmanes. Por ello las lenguas romances aparecen en la cornisa Cantábrica y en la Marca Hispánica de los Pirineos. Las lenguas en la península viajan de norte a sur conforme se va desarrollando la reconquista. Por circunstancias históricas, algunas de estas lenguas tienen más éxito que otras, es el caso del castellano. Debido a los pactos matrimoniales, sobre todo en tiempos de Fernando el Católico, se recompone de forma definitiva la Monarquía Hispánica y una lengua (la castellana) que sin ser oficial será con el tiempo común a todos los españoles. La primera gramática la escribe Lebrixa en el año 1492, año del descubrimiento de América, de la conquista de Granada, de la expulsión de los judíos...
El gallego, el asturiano, el castellano, el vascuence, el navarro-aragonés y el catalán son las “lenguas” que se hablan en la península Ibérica durante la Edad Media. Sin embargo un habitante de la península podía recorrerla, como hiciera la mítica ardilla de la leyenda, entendiéndose perfectamente con todos sus habitantes. Para que las lenguas peninsulares resultaran extrañas (irreconocibles) entre los peninsulares tuvo que mediar un proceso de “normalización lingüística”. Este proceso comenzó con el castellano 1492 y está actualmente activo con lenguas francamente minoritarias o en trance de desaparición como el asturiano o el aragonés.
La activación de una lengua como el aragonés, durante siglos muerta o en estado de hibernación, viene de la mano de un movimiento socio-político que se activa en España tras la caída de la dictadura franquistas y la aprobación de una constitución que daba un espacio claro al nacionalismo-regionalismo. Aparecen espacios políticos, dentro de los poderes regionales, que dan lugar a la creación de partidos que los ocupan. Hay siempre, al menos, una derecha y una izquierda regionalista en el nuevo esquema. Pero hay sobre todo un deseo de ir a más. Más autonomía, más poder, más autogobierno, más… Y ese “más”, es la sublimación de todos los deseos y la creación de la arcadia feliz: LA NACIÓN/NAZIÓN.
A la constitución de esa arcadia feliz contribuirá la lengua allí donde esté todavía presente (Provincias Vascas, Galicia y Cataluña) y habrá que desempolvarla, allá donde queden restos suficientemente identificables para poder recomponerla. La lengua es piedra de toque, pues es el eje fundamental de la cultura de un pueblo y su mayor creación cultural. En Aragón, durante este primer tiempo, la Universidad de Zaragoza y sus filólogos más prestigiosos se ponen de “perfil” mirando de soslayo el asunto y no dándole importancia, a la espera de acontecimientos. Los nuevos acontecimientos llegan por la vía política al aprobarse la llamada Ley de Lenguas de Aragón. Si hay Ley y hay dineros, habrá que arrimar el hombro. ¿Por qué me quieres Andrés?
Mientras tanto, han sido asociaciones culturales y políticas las que se han preocupado por el tema. Asociaciones, llevadas del ramal de la subvención por parte de los partidos políticos de turno, de tal manera, que el asunto no se les fuera de las manos y apareciera un monstruo. Las asociaciones han trabajado asfixiadas entre el voluntarismo y la tacañería económica y no han sido pocos los momentos, como se verá en las pegatinas que acompaño, que han tenido la tentación de echarse al monte ante tanta impotencia.
A la Colla de Fablans d´o Sur d´Aragón (bien es verdad que no ha contribuido en nada al desarrollo del aragonés) nadie le dio una subvención. Curiosamente, Ibercaja que daba subvenciones a diestro y siniestro sin criterio alguno hizo una excepción para retirar la publicidad a la revista Ruxiada. Con este panorama no es extraño que La Fabla no progresase. Se la tenía prácticamente hibernada. Tal como sigue ahora.
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Tuvieron que venir de fuera a descubrir lo nuestro.
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Se considera que el primer intento de normalización del aragonés se debe a la Escuela Humanista de Juan Fernández de Heredia. Creó un señorío en Mora de Rubielos (siglo XIV).
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Por aquí van los tiros.
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Una revista es necesaria para mantener vivo el pulso de la lengua y el contraste de pareceres.
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La pegatina más clásica de todas editadas en aragonés.
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Esta colección es muy interesante. Se edita gracias a Xordica y a Chabier Tomás Arias. Hay que empezar por la base.
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A  Antonio Peiró hay que leerlo con mucha atención, sabe mucho.
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