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domingo, 9 de noviembre de 2014

Noviembre2014/Miscelánea. LA IGLESIA DE LIBROS (TERUEL) CON UN CUADRO DE GREGORIO VILLARIG DEL CACHO

LIB(E)ROS-LIBROS
Entramos en Libros rozando la Peña del Cid. Es tierra de frontera y a dos pasos está ya la raya del Rincón de Ademuz. Ademuz, es un territorio administrativamente valenciano pero de corazón turolense. No hay disputas, ni nada de nada. Buena vecindad y unión por lazos familiares firmes y profundos.
Paramos en la plaza de la iglesia y el sacristán ya había abierto las puertas del templo para joriarlo. Pronto vendrá Juan Domingo Esteban a “decir” misa, mientras, entramos al templo.
Es un templo del XIX y neoclásico lo cual es una novedad a resaltar. Tiene tras naves, el coro en alto y la torre a los pies. Por dentro está desmantelada. El retablo mayor no han sabido decirme de donde lo trajeron ¿De la Merced de Teruel? Como el retablo “no pega” pues el titular es San Juan Bautista, a éste le han colocado en una hornacina en el presbiterio, lado de la Epístola. Justo en frente, y también en el presbiterio, nos llamó la atención un cuadro, que en principio nos pareció sobresaliente. Fotografiamos la firma y resultó ser de Gregorio  Villarig del Cacho, pintor prácticamente turolense. Pintó este cuadro por encargo, y sobre el pueblo de libros colocó la Virgen de Rafael, seguramente, por indicación de la patrocinadora.
Si prescindimos de la arquitectura, del resto del templo no quedó nada (quizás la pila bautismal). Todo se quemó y, dice el sacristán, que el vio quemar los santos y que en la iglesia se hacia cine y otras cosas…
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GREGORIO VILLARIG DEL CACHO
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Tomado de la Gran Enciclopedia Aragonesa.
 (Valencia, 21-V-1940). De padres aragoneses, vive en Zaragoza desde los tres años. Estudios parciales en la Escuela de Artes y Oficios de Zaragoza. Muy buen montañero que tiene un grave accidente, lo cual es clave para su dedicación a la pintura.
Su primer período, 1966 a 1975, se basa en un paisaje que evoluciona para imponerse lo plástico sobre lo temático, de manera que desemboca en una casi abstracción mediante planos y líneas. Cuando cambia el lienzo por el panel incorpora sus típicos colores fuertes a base de verdes y azules —que tanto han influido en algunos pintores—, los cuales aplica con una pincelada que produce un resultado parecido al esmalte.
A finales de 1975 incorpora, con o sin paisaje casi abstraído, una muñeca realista, con frecuencia de contenido crítico-social y al mismo tiempo un breve período con desnudos femeninos y retratos flotando en el espacio, mientras que de las muñecas nacerán masas abstractas de ondulantes planos. En 1977 añade a las muñecas banderas y cajas, para permanecer las cajas, de cuyo interior salen formas nubosas y fondos ajedrezados sugeridos por las baldosas del estudio. Predominio de los azules. El ajedrezado desaparece hacia 1978, quedando unas nubes que generan mágicos efectos de claroscuro dentro de sus personales azules y verdes.
En esta continua evolución en la que todo permanece abierto hacia nuevas experiencias, de manera que los logros de unas obras son punto de partida para otras investigaciones plásticas, su última fase pictórica es un cambio radical por técnica y temática. Villarig vive junto al canal de Zaragoza. Un día, en 1990, se le ocurrió el canal como único tema, pero ahora con una técnica hiperrealista depurada al máximo. Reflejos del agua como único tema o acompañando a sencillas plantas como si estuviesen fotografiadas, reflejos de figuras humanas y de edificios, flores elevándose al cielo, son asuntos de una sencillez apabullante. Aquí demuestra, de nuevo, su condición de artista, capaz de embrujar mediante la cotidianidad observable por cualquier persona, pero acotada por el pintor en un simple lienzo y a través de un inigualable sentido del color, tan real como sorprendente.
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Pila bautismal.
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