LA CRISIS DEL VINO EN EL CAMPO DE
CARIÑENA
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A principios del siglo XXI se hizo
una reestructuración del viñedo en toda España que al principio sentó muy bien,
pero que a la larga ha arrastrado a una crisis profunda en el sector.
La UE propuso mantener la superficie
cultivada y crear los “DERECHOS”. Para plantar una cepa, primero había que
arrancar una cepa vieja o comprarla a un tercero. Se renovó el viñedo y se fue al cultivo
intensivo y superintensivo: de cuatro kilos de uva por cepa se pasó a producir
12 kilos y más, por cepa.
Esta superproducción de vino hizo que
la comarca pasara de los 14 millones de kilos de uva a más de 90 millones de
kilos, de forma progresiva, por campaña.
Esta superproducción ahoga a las cooperativas (no a las bodegas particulares) que ven que no pueden competir con los vinos de la Mancha (el kilo de una en una cooperativa manchega alcanza las 2 pesetas). Además, las
cooperativas no han desarrollado carteras de clientes minoristas: venden
(cuando lo hacen) a grandes superficies de supermercados.
La crisis ha llegado a la cooperativa
“señera” de Cariñena: la Cooperativa de San Valero. Vendiendo activos o
despidiendo trabajadores no llega a solucionar el problema.
Comprar cada año nuevos depósitos de
acero inoxidable no conduce a nada más que a gastos de mantenimiento. Un círculo
vicioso.
No soy tan prepotente como para dar
consejos pero, en el análisis del problema está la solución.
Cuál es el problema: El cambio de
hábitos en los consumidores, superproducción y carencia de una línea propia de comercialización.
En Cariñena no hay cultura del vino (hoteles del vino y casas rurales son un fiasco). Eso se hace también evidente, si vas a un restaurante o un bar, pides vino, y te lo ponen con gaseosa. Por otra parte el consumo mayoritario es de cerveza. Así que, mejor sembrar cebada cervecera o poner placas solares.