El primitivo castillo que guardaba la ruta de las caravanas
no tenía, al estar en un tozal, fuente de agua natural. Sus moradores debían proveerse
del río que pasaba por sus pies. Luego el castillo creció hasta convertirse en
una villa. Pero el sistema de transporte de agua del río continuó. En la Guerra
de los dos Pedros (siglo XIV) se pone de manifiesto este problema y la
población tienen que rendirse al castellano por asedio. A tal efecto nacen
leyendas sobre la rendición de la ciudad, pero el rey lo tiene claro: hay que
garantizar el suministro de agua a la población para que resista en caso de
asedio. Nacen los aljibes de la plaza del Torico. El problema no varía hasta el
siglo XVI en que se construye un acueducto que trae el agua de la Peña el Macho
a la ciudad. Este acuífero (Peña del Macho) es muy pobre. Durante el verano se
seca y al invierno se hiela el agua. El problema no se solucionará
definitivamente hasta la llegada de la luz y la bomba impulsora eléctrica. Sobre los años treinta del siglo XX el agua sube desde la margen derecha de
Turia, a la altura de los Franciscanos, hasta el depósito del cementerio. El
problema parece resuelto. Con el crecimiento de la ciudad se busca un nuevo acuífero
y se “descubre” en Caudé. Esta toma
pertenece al acuífero Cella-Molina. Paralelamente durante el franquismo
(segunda mitad del siglo XX) se construye el pantano del Arquillo, que es un
pantano regulador, dado el déficit hídrico de Valencia. Los valencianos
demandan cada vez más agua y se las ingenian para obtener el máximo rendimiento
del acuífero Cella-Molina. A tal efecto, se sondean dos pozos debajo del
pantano del Arquillo. Uno suministra agua a Teruel y otro al polígono
industrial. Existe, también, una toma de agua del pantano.
A Teruel no debería faltarle el agua ya que consume de 4 a 5
hectómetros cúbicos de agua al año, y el arquillo almacena del orden de los 65
hectómetros cúbicos al año. Pero, además tenemos de reserva el río Alfambra en
el que se planteó en su tiempo un pantano, el de los Alcamines, con una
capacidad de 17 hectómetros cúbicos.
La cuestión no es de quién es el agua, sino quién la
administra y, la administra, la Confederación Hidrográfica del Júcar.
Teruel tiene agua para crecer, pero existe una guerra del
agua por la escasez de agua potable. Agua, en el planeta, hay siempre la misma.