EL REY SALOMÓN, EL TEMPLO, LA
MASONERÍA Y LA GRANADA: “El Templo masónico sigue en su disposición y su
decoración el esquema del templo de Salomón y en este, como recoge la Biblia,
es también donde se cita la presencia de granadas. En el Libro I de los Reyes
(7:13-22), en el Libro II de las Crónicas (3: 15-17 y 4: 12-13) y en el Libro
del profeta Jeremías (52: 21-23), se nos dice que Salomón, rey de Israel, pidió
al rey fenicio Hiram de Tiro que le enviase madera de cedro, carpinteros y
canteros para edificar su templo a Yahweh en Jerusalén. Entre ellos llegó también
un especialista en el fundido del bronce, llamado igualmente Hiram, hijo de un
fenicio y de una viuda hebrea de la tribu de Neftalí. Entre otros objetos,
Hiram fundió dos columnas huecas, que se colocaron en la entrada de la sala
principal que albergaba el Sancta Sanctórum. A una la llamó Jakín (o Yakín) y a
la otra Boaz. Medía cada una 18 codos de altura (unos nueve metros) y se
remataron con sendos capiteles con forma de azucena, un lirio que simbolizaba
la pureza, la sencillez, la honestidad y la inocencia (Gómez, 1996: 4). Cada
capitel medía 5 codos (unos 2,5 metros) y estaba rodeado por una red trenzada
que, según Flavio Josefo, imitaba haber sido hecha con hojas de palma. De esa
red pendían, en cada capitel, doscientas granadas, dispuestas en dos líneas de
100. Todo ello fue fundido en bronce y en origen debió tener un brillante color
dorado.”
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