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viernes, 26 de febrero de 2021

Febrero2021/Miscelánea. EDITADO EL NÚMERO CINCO DE CUADERNOS DE ENCINACORBA

El número 5 de Cuadernos de Encinacorba pretende rendir homenaje a los últimos alfareros de la villa. Consta de 20 páginas y recoge un muestrario de las últimas piezas autóctonas. La mayor parte de las piezas (hemos localizado alguna más) proceden de la casa de los puchereros y fueron a parar a casa de Palmira Casanova que las ha conservado primorosamente.
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¿CUÁNDO APARECE LA  ALFARERÍA?

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Cuando se hacen excavaciones en los poblados celtas e íberos de la península, uno de los materiales más abundantes que encuentran los arqueólogos son los fragmentos de barro cocido, la terracotta que llaman los italianos o, la cerámica, que decimos los españoles. La abundancia de estos materiales da una idea de su importancia funcional a lo largo de los siglos.

Se ha dicho innumerables veces que a pesar de los avances modernos y de la “inteligencia artificial” en marcha, todavía no hemos sido capaces de despegarnos de la revolución neolítica.

El neolítico (piedra nueva) es un periodo de nuestra historia que va desde los 10.000 años A.C. a los 3.000 A.C. Durante este periodo se produce un trasformación sustancial en el hombre y en su actividad humana. Pasa de ser nómada, cazador y recolector de frutos a sedentario, agricultor y pastor.

El cultivo de la tierra, el pastoreo, la caza, la construcción de su casa, la perimetración del poblado para luchar contra las alimañas, la fabricación de armas y útiles agrícolas y la elaboración de piezas de cerámica ocupara gran parte de su tiempo.

Todas estas tareas hacen que aparezca la propiedad privada, un valor en alta estima en nuestros tiempos. A su vez, la propiedad privada, es elemento sustancial en la dimensión social del hombre del neolítico. Este hombre, quiere dejar sus propiedades a sus descendientes y a tal efecto aparece la monogamia. En este periodo se entiende por monogamia, la rama familiar que tiene reconocido el derecho a la herencia y a la estirpe por delante del de otra descendencia habida por el mismo progenitor con otras mujeres. La Biblia está escrita en el neolítico y, ejemplo de lo que decimos, es la historia de Adán Y Eva. No quiere decir el Génesis que Adán y Eva fueran los únicos hombres de la tierra, ni mucho menos, (eso sería algo absurdo) sino que se establece una línea de descendencia, un tronco familiar, cuyos hijos heredarán (primogenitura) la tierra y la estirpe de los padres.

Así pues en este periodo aparece el SEDENTARISMO, LA AGRICULTURA, LA GANADERÍA, LA PROPIEDAD PRIVADA, LA MONOGAMIA, EL CULTO A LOS DIOSES EN LOS TEMPLOS Y A LOS MUERTOS EN SUS TUMBAS. También aparece la FABRICACIÓN DE ÚTILES para la guerra, para la actividad agropecuaria y la doméstica.

Toda esta actividad se produce en la zona templada de la tierra con sus cuatro estaciones y la necesidad de guardar alimentos para el inverno en recipientes aislantes que impidan, además, la germinación precipitada de las semillas para iniciar el próximo año el cicló agrícola.

La terracotta (literalmente tierra cocida) es un invento fantástico. Permite llevar y guardar el agua en el interior del poblado. Hervir la leche de las cabras y las ovejas. Cocer los alimentos y así mejorar la longevidad de los hombres. Al mismo tiempo, la cerámica, permite guardar, como una despensa, una gran cantidad de frutos recolectados en el campo.

Por esta razón, la proliferación de utensilios de barro, su exquisita elaboración, su decoración pictórica, la aparición de los barnices que la hacen impermeable, convierte a este artesano/artista en pieza fundamental del poblado.

La reciente aparición, tras el correspondiente trabajo arqueológico, de unos hornos de cocer barro en Cella, muestran, como las técnicas sobre el arte de fabricar, decorar y cocer el barro se difundieron rápidamente en el ámbito de la Cordillera Ibérica.

Sin embargo, tras un primer impulso, muchas de estas técnicas se han mantenido inmutables a lo largo de los siglos, así queda de manifiesto en el estudio sobre la alfarería de Huesa del Común.

Reconocer hoy, el trabajo de los alfareros, es un deber propio de pueblos cultos que saben recoger el testigo de los tiempos pasado e incorporarlos a la modernidad. La pieza de alfarería ha pasado de ser un objeto útil a ser un objeto bello y digno del arte contemporáneo.

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