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miércoles, 1 de agosto de 2012

Agosto2012/Miscelánea. LAS MANOS EN ALTO Y EL CARNÉ EN LA BOCA

EL CARNÉ
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Chusé María Cebrián Muñoz
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En este país uno no es nadie sin un carné. Desde los niños más pequeños, hasta la tercera edad, hay que ir provisto de tu correspondiente carné. Luego el carné no sirve para nada, pero tenemos esa manía. El único que me es útil es el documento nacional de identidad, pero porque te lo exigen en las instancias oficiales y en los bancos. El resto es pura filfa. Hay carnés de lo más diverso y pintoresco, pero apenas sirven para algo más que para llamar a la hilaridad durante unos minutos. Los hay en todos los regímenes políticos y en todas las escalas sociales, en todas las actividades de la vida y en todo negocio u ocio. De lo que no ha habido ha sido carné de maricón (que yo sepa), pero sí de puta. En los gremios, en los sindicatos, en las asociaciones, etc. etc.  Lo que resulta curiosos es que en la dictadura de Franco aquellas actividades ilegales o ilegalizadas lo primero que hacían era un carné. Te enseñaban con ufano orgullo el carné de miembro del sindicato de trabajadores de la enseñanza: ¡prohibidísimo! Sin embargo, eso de llevar carné debía ser muy importante pues la autoridad te decía: “le voy a retener a usted el carné”. El individuo era, por sí mismo, un don nadie, sin embargo “quitarte” el carné, eso sí dolía. Ahora duele si te quitan el de conducir.
Los carnés como los regímenes políticos pasan de moda y quedan en nada. Enseñas ahora un carné de la OJE y la gente te dice: … y eso ¿qué es? ¡Hombre!, le dices irritado, pues de tiempos de Franco. ¡Ah, bueno! Vaya rollo. Así que es bueno sacar los carnés que uno tenga archivados para ver si sirven, al menos, para sacar una última sonrisa. Me mal pienso que ni para eso. El carné alcanzó su valor supremo en aquellos tiempos heroicos de la dictadura, cuando la policía te decía aquello de: “LAS MANOS EN ALTO Y EL CANÉ EN LA BOCA”. Hoy, ya no hay nadie que te diga estas cosas tan sublimes. Era una frase total y era equivalente a esa otra que habla de: “ponerte los cojones por corbata”. Eso era exactamente lo que quería la policía que sintieras.  Ellos sabían lo que te tenían que decir y tú los comprendías perfectamente. El elemento vehicular era el CARNÉ. En toda dictadura que se precie el carné es el elemento clave. Sin embargo, gracias a Dios, hoy parece que los tiempos corren en otra dirección y la gente joven, el estudiante o el minero, ya no sienten ese agudo cosquilleo de los escrotos golpeándote las amígdalas.  El último momento heroico de nuestra historia reciente fue cuando Tejero amenazó a sus señorías en el Congreso de los Diputados, un 23 de febrero, pistola en mano. Los diputados (esto no se vio en la tele) tumbados en el suelo se reían por lo bajinis. Tejero no les pidió el carné y el Golpe de Estado resultó como un chiste de Gila. Todo el mundo sabe que, en España, todo empieza pidiéndote el carné, ¡hombre!
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