EL CAMPILLO
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Este es un pueblo controvertido porque en su término municipal se construyó el pantano del Arquillo en el año 1960. A los vecinos de El Campillo se les ofrece irse a vivir a un pueblo de colonización que se estaba construyendo junto a Alcañiz. Se trata de El Campillo de Franco, luego rebautizado como Puigmoreno del Caudillo y en la actualidad sólo Puigmoreno. En el año 1951 entran en la vaguada del río Regallo las máquinas del IRYDA. En 1957 llegan los primeros colonos, principalmente de Santolea (cerca de Castellote), El Campillo (Teruel capital) y Alpeñés (pueblo también de Teruel). A cada familia se le entrega una casa con un amplio corral, una vaca y 6 (seis) hectáreas de tierra de regadío (a pagar a plazos). La luz se obtiene de grupos electrógenos, pero ni en El Campillo ni en Tortajada (donde yo vivía) se tenía luz todo el día. Lo mismo sucedía con el agua que llevaban con un camión para llenar la cisterna. Todos conocen las condiciones higiénicas de la charca de El Campillo. Este valle pronto empezó a producir todo tipo de frutas y se convirtió en un vergel. La gente que se marchó ha quedando encantada de la experiencia.
Mientras tanto, los que se quedaron en El Campillo y renunciaron a marcharse al pueblo de colonización, fueron objeto de la demagogia de José Antonio Labordeta que les compuso una canción titulada: “Los Leñeros”. De El Campillo bajaban todos los días a Teruel los campilleros con los machos cargados de leña y piñas de pino que vendían en la ciudad. Por mucho frío que hiciera, a incluso nevando, bajaban a Teruel con su carga de leña. Labordeta, que era lo que se diría en términos actuales, “un chico pijo de Zaragoza”, que todo el esfuerzo que tenía que hacer era bajar del Hotel Turia al Instituto Ibáñez Martín, tomó el rábano por las hojas e hizo una canción “protesta”. Los de El Campillo jamás protestaron de lo que hacían y prefirieron hacer esto antes de irse al Bajo Aragón. Por supuesto que los campilleros que quisieron se fueron. A los campilleros se les conoce en la Sierra de Albarracín con el mote de “merceros” porque siempre se han dedicado a la venta de mercería “a la menuda”.
El pueblo sufrió debido a esta emigración una fuerte parálisis y en los años 70-80 pasó a ser barrio de Teruel. Ahora se está recomponiendo con casas nuevas y nuevos pobladores. Se ha mejorado la balsa, que es todo un símbolo identitario y tiene hasta bar, cosa que hacía muchos años que había desparecido. La última tasca era una especie de tienda de ultramarino, a la salida hacia Bezas, en la que se vendía tanto comida, como textiles, calzado, licores, etc.
Veamos la canción de Labordeta:
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El Campillo posee unos peirones únicos en Aragón por su simplicidad y austeridad. Tres piedras y una cruz forman el de la fotografía.
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La charca, siempre omnipresente en el barrio de El Campillo.
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Se conservan muchas construcciones de arquitectura popular.
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Nuevas construcciones.
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