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martes, 19 de junio de 2012

Junio2012/Miscelánea. EL PAN

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El olor a Pan es algo que han llevado gravado los niños durante muchas generaciones y, ver fabricar el Pan, ha sido un hábito demasiado corriente en el mundo rural. Todo empezaba en el momento en que nuestra madre cernía la harina, la mezclaba con agua, le añadía levadura, sal y la dejaba fermentar junto al hogar toda la noche. El día siguiente era día de horno y por la boca de él, salían unos panes redondos, calientes, que el hornero limpiaba con una escobilla y que nuestra madre apilaba en la cesta panera con sagrada devoción: era nuestro Pan de cada día. La hogaza untada en aceite o miel o la sopeta regada con vino. El pan cortado en trozos con la mano e introducido en el tazón de leche, para que fuera de más alimento. El Pan, nuestro Pan, siempre escrito con mayúsculas. Hablar del Pan es hablar de las más profundas raíces de nuestra civilización.
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