SÓLO SÍ, ES SÍ Y
SÓLO NO, ES NO
(Hacia un cambio
social de raíces profundas)
Por Chusé María
Cebrián Muñoz
*
Perdidos en el
barullo de las disputas tertulianas, las leyes cuestionables y los combates dialécticos a brazo partido: entre unos y otras y entre otras y unos,
convendría poner algo de sosiego en este asunto del sexo, el feminismo y otros
arroces…
Por comenzar de
alguna forma habría que decir que las primeras ideologías que codifica y
sistematiza el hombre son las religiones.
Una religión, como hoy copian las ideologías políticas, es un sistema
ordenado del pensamiento tendente a conducir (a acompañar) al hombre desde la
cuna a la tumba y depositarlo en el más feliz de los mundos (el cielo) o en el
peor de los lugares (el infierno). Las religiones crean “leyes”, “normas”,
“códigos”, que limitan o fomentan la acción humana en la dirección deseada, por
ejemplo: “no comer carne de cerdo”, “ayuno y abstinencia”, no matar, no
fornicar, etc. etc.
Es evidentemente
el capítulo del sexo es muy importante en las religiones (también en las
ideologías políticas) luego veremos por qué.
El mandato
bíblico viene a decir, creced y multiplicaos, dominad la tierra. Todo esto
tenía sentido en Europa hasta el siglo XVIII. El crecimiento de la población
estaba estancado. Era necesario tener muchos hijos porque la tasa de mortalidad
era muy grande. Si se observan las estadísticas de los pueblos turolenses se
aprecia su evolución nula. Apenas crecía un poco venía un “pasia”, epidemia de
cólera, peste negra, etc. y la población disminuía de forma abrumadora. En el
peor de los sentidos había un equilibrio natural (la ciencia no se había desarrollado
porque lo impedía los que detentaban el poder).
No estaba
desarrollada la medicina ni la higiene y el cura del pueblo tenía una misión,
salvar el alma del difunto, de ahí el nombre de “CURA” (salvador de almas) que
se daba al sacerdote. Por ello el orgasmo tenía una sola función: la
reproducción y, la represión, que se ejercía sobre la población tenía como
objeto que la carga seminal del hombre tuviera una mayor eficacia para que se
produjera la fecundación deseada. Hasta los años sesenta del siglo XX era
normal ver familias de 6, 7, 8 y hasta 11 hermanos. En mi casa hemos sido siete
hermanos.
En el siglo XIX
se produce un boom demográfico (gracias a las medidas de higiene
fundamentalmente) que llega hasta mediados del siglo XX en España. Pero ya en
el siglo XX hay psicólogos discípulos de Freud que dan una nueva orientación al
sexo… al orgasmo.
LA FUNCIÓN DEL
ORGASMO de WILHELM REICH es el libro que transformará todas las concepciones
del sexo hasta entonces establecidas.
La primera
conclusión que se saca es que el sexo ya no tiene como función sustancial la
reproducción humana, por el contrario, es una fuente de placer. Y, además, una
fuente de placer barata e inagotable. El hombre y la mujer pueden disfrutar de
una vida más placentera.
El segundo
descubrimiento (tras el futbol y los toros que Franco ponía el 1º de mayo) es
que el orgasmo apacigua e inhibe la irritación del obrero, del proletario. Y
los gobiernos pueden usar de este mecanismo para que haya una mayor PAZ SOCIAL
(futbol, toros y orgasmo).
Por esta razón
los países marxistas que se habían desprendido de la moral católica son los
primeros que inician la “libertad sexual”. En Cuba el obrero no tiene para
comer, pero tiene el sexo a precio de ganga, pero, si quiere sacarle rédito
económico al sexo, se va a los hoteles de los turistas europeos.
Las mujeres de
los países socialistas han descubierto que el sexo es un gran negocio, porque
en los países capitalistas y de moral cristiana la prostitución da mucho
dinero. Tal es así que ha originado la mafia de la trata de blancas.
Bien, así las
cosas, los partidos de izquierda de raíz comunista están dispuestos a poner en
práctica una concepción del sexo equivalente a sus modelos de referencia.
Podemos hace la
ley del sí es sí y choca con la moral imperante en España. El escándalo es
mayúsculo. Pero Podemos no rectifica (el PSOE, sí), porque Podemos está seguro
de lo que hace. El sexo (el orgasmo) es un instrumento de control social y la
ley no se va a cambiar porque haya algunos casos. El objetivo es que con el
tiempo se profundice en estas leyes y el sexo sirva al fin político que se
desea, esto es, apaciguar o colaborar en el apaciguamiento de la contestación
social.
Los objetivos es
que las penas bajen y la promiscuidad sexual aumente. Si a esto le añadimos el
colectivo homosexual con sus amplias variantes que ya alcanzan al 15% de la
población, el programa se ha iniciado.
El objetivo
final no es la libertad sexual ni la protección de la mujer, sino la
implantación de una sociedad apaciguada, domesticada y aborregada. El que
levante la voz por cualquier circunstancia (por ejemplo, el caso del PP y la amnistía de Puigdemont) es simplemente un golpista: palabras del Gobierno. La
izquierda puede rodear el Congreso y eso es libertad de expresión.
Lo que es sorprendente es que haya tantas mujeres del PP que compren esta mercancía tan averiada y que no les va a dar la libertad sexual ni la igualdad que pretenden. Solamente la mujer se libera a sí misma, sin tutelajes.