HERRAR ES DE HUMANOS
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Todo comenzó en el siglo XVIII
llamado “el siglo de las luces” y, también, “el siglo de la razón”. El este
siglo hay una corriente cultural conocida como la Ilustración que pretendía
llevar el conocimiento y, por ende, el desarrollo económico y social a amplias
capas de la población (Sociedad Aragonesa de Amigos del País). Goya, por
ejemplo es hijo de la ilustración (El sueño de la razón produce monstruos). La cuestión que se
plantea a finales de siglo es, cómo acabar con la monarquía absoluta. El viejo
régimen absolutista que se justifica a sí mismo bajo el lema “rey por la gracia
de Dios” choca radicalmente con las ideas del racionalismo. De este choque de ideas
entre el viejo régimen (absolutismo) y la nueva naturaleza del poder (el poder
reside en el pueblo), surge un movimiento que tendrá vigencia durante los
siglos XVIII, XIX y XX. Se trata del romanticismo. Las primeras revoluciones
que surgen en Francia tienen este rasgo característico, son revoluciones
románticas. El romanticismo se extiende, también, a todas las ramas del arte,
particularmente, la pintura, la literatura y la música.
Pero, ¿qué es una revolución
romántica? Es fácil de entender. Los reyes absolutistas no quieren ceder el
poder: “el Estado soy yo” y, la nueva burguesía, no le ve salida al problema.
Si se crea un nuevo poder no será ni legítimo ni legal, si antes el rey no ha
abdicado. Definitivamente hay que dar un giro profundo a la sociedad vigente
(estamental). Hay que hacer la revolución. El principio que les guía y que será
repetido por literatos e ideólogos tiene un rasgo muy radical: Reduzcamos la
sociedad actual a cenizas, y sobre las cenizas, construyamos una nueva sociedad.
Automáticamente se pone a funcionar la guillotina y la carnicería es total. Se
empieza por el rey y su familia y se sigue con todo aquel que sea sospechoso de
mantener el antiguo régimen. Este método “liquidativo” ha perdurado en el
tiempo. ¿Cómo resuelve Hitler el tema de los judíos…? pues, matándolos a todos.
Stalin acaba con etnias enteras y así sucesivamente en distintos puntos de Asia
(China, Vietnam…).
Los artistas del romanticismo gustan
de los cementerios y de las ruinas cubiertas de hiedra… Se ha difundido la
parte más sensorial del romanticismo asociándolo con el AMOR. Pero, el
romanticismo no tiene nada que ver con el amor y sí con la muerte y la destrucción.
Lo cierto es que después de tanto
desastre las llamadas “Revoluciones Románticas” han traído a muchos países el
concepto de SOBERANÍA POPULAR. Lo que no sabremos nunca es si pudo haber un
método menos cruento para llegar a este punto de la historia en que nos encontramos.
Lo que tiene de sugerente este cuadro de Goya del 3 de Mayo es el meollo de lo que aquí relatamos. El pueblo de Madrid que, por primera vez lucha por su patria y por su independencia, es aniquilado por el ejército francés que en teoría defendía estas mismas ideas de soberanía popular e independencia de las naciones. Pero, quién ha dicho que la historia, obra humana, no deba tener contradicciones. Los franceses trajeron en sus mochilas y en sus fusiles las ideas revolucionarias que cambiaron el mundo.