“…el hecho de que el préstamo personal estuviera tan
extendido y que compitiera con las propias cooperativas sugiere que los intereses
no fueran quizás tan altos como se ha supuesto generalmente.” (Juan Carmona
Pidal).
“Más que de tratados de comercio, mucho más que de
instrucción primaria, muchísimo más que de población rural, tiene hambre y sed
de crédito la agricultura española.” (Joaquín Costa)
A lo largo de la crisis del siglo XIX la actividad primaria
del Sistema Ibérico que es la pecuaria, tiene que convertirse en agropecuaria.
Es el paso intermedio entre la “riqueza” de los siglos XVII y XVIII y la “despoblación”
del siglo XX. La descapitalización y la falta de crédito para el campo español
y aragonés es uno de los factores determinantes.
Durante mucho tiempo el crédito estuvo en mano de los
llamados usureros cuya “prensa” era y es todavía deplorable, muchas veces sin
razón. En este sentido cabe traer a colación las palabras de una usurera
calamochina que decía lo siguiente tras la llegada a la población de las
primeras oficinas de las cajas de ahorro: “…a mi me llaman usurera porque presto el dinero al 8 (8%) y a él (de la Caja de Ahorros), que lo presta al 12 (12%) le llaman SEÑOR
DIRECTOR.”
En este documento de Encinacorba fechado en el año 1920 puede
observarse un préstamo al 0% de interés para seis meses. Por cierto, el poder
adquisitivo de 56 pesetas en 1920, es equivalente a 109,38 euros del año 2020
(cien años después).