LA DOMINACIÓN ÁRABE EN ESPAÑA
(320 AÑOS)
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“En el año 711, grupos provenientes de Oriente y del Norte de África
(árabes, sirios y bereberes), de religión musulmana, al mando de Tarik,
derrotaron al rey visigodo Don Rodrigo en la batalla de Guadalete. Empezó así
la dominación árabe de la Península Ibérica que se prolongaría durante ocho
siglos, hasta 1492, momento en que el último rey nazarí rindió Granada a los
Reyes Católicos.”
(Enciclopedia Virtual Miguel de Cervantes)
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Resulta sorprendente que textos como
el que encabeza estas líneas y publicado por la Enciclopedia Virtual Miguel
de Cervantes, sean repetidos y considerados como una verdad absoluta. Aquí, se
plantea con absoluta rotundidad, que los árabes, musulmanes o moros, dominaron
España durante 800 años.
Lo cierto es que el dominio duró mucho menos. Exactamente, entre los años 711 y la caída del Califato de Córdoba
(1031) transcurren 320 años, es decir, un poco más de tres siglos. Estos tres
siglos sí que fueron los de verdadero dominio musulmán, aunque no ocupan totalmente
la península.
Este dominio musulmán se manifiesta
básicamente en las almohajas que hay al norte del río Duero y, en la única
Almohaja de Aragón, situada en la provincia de Teruel y lindante con el obispado de Albarracín (división de la españa visigótica). Almohaja o almofalla
(ver Poema de Mío Cid) significa hueste en cabalgada. Estas cabalgadas, hasta la caída
del Califato, llegaban a las proximidades de los obispados y recogían de manos
del obispo el impuesto que les mantenía protegidos por el poder dominante. Es
decir, por el poder o dominio musulmán. Así, hasta la caída del Califato, se
puede hablar de un dominio árabe en la península, como decimos, 320 años.
En la parte cristiana la
superestructura ideológica que va a dirigir la reconquista es la Iglesia y más
concretamente Roma. El papa da bula de cruzada a la reconquista española. Así, en el año 1035, el papado crea un nuevo reino en el
pirineo central. Se trata del reino de Aragón. Ramiro I, su primer rey solamente figura como tal en los documentos religiosos. El reino de Aragón pagó tributos
a Roma (500 mancusos de oro anuales) y en ocasiones a Castilla, pero nunca pagó
tributos a los musulmanes. Los musulmanes nunca dominaron el Reino de Aragón ni
Aragón tributó jamás a los musulmanes.
La división del Califato en Taifas
supuso una debilidad de los musulmanes respeto a los reinos cristianos. A
partir de la creación de las Taifas, éstas tendrán que pagar tributo a los
reyes cristianos para su protección. Ejemplo palmario es la Taifa de Zaragoza
que pagaba parias al reino de León y de tal hecho queda el escudo heráldico de
la ciudad de Zaragoza (león rampante). El Cid Campeador es un adelantado del
reino de León que a través de la Taifa de Zaragoza explora la llegada al
Mediterráneo. El Mediterráneo es el mar del comercio, la religión y la cultura.
Interesaba sobremanera a los castellano-leoneses llegar a este mar.
En este largo proceso reconquistador
no siempre estuvieron las cosas claras y la Iglesia a menudo se veía ninguneada
por los reyes y la nobleza más atentos a sus propios intereses que al interés
real de la reconquista. La iglesia recaudaba los impuestos generales (diezmos y
primicias) y la nobleza aportaba brazos para la guerra quedando a su vez libre
de impuestos. Este esquema (Iglesia-Nobleza) debió de ser eliminada tras la
conquista de Granada, pero no fue así.
Para comprender un poco el
funcionamiento de tantos años de lucha hay quien ha puesto el ejemplo de las
actuales Comunidades Autónomas. Desde luego, la Guerra de los Dos Pedros, es
una muestra de la lucha entre cristianos por el poder y por el territorio.
Conquistada Granada, todavía quedan
dos episodios en la España ya totalmente cristiana. Uno es la expulsión de los
moriscos y, el otro, el acoso de la piratería otomana a las costas mediterráneas.
Problema musulmán que no se resuelve
hasta mediados del siglo XIX gracias a los ingleses, franceses y
estadounidenses que acaban con la piratería en el Mediterráneo.
Por ello, hablar de 800 años de
dominio musulmán es un absurdo y una falta de criterio al estudiar la historia
de España.