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domingo, 2 de junio de 2019

Mayo2019/Miscelánea. GIRA Y GIRA LA VELETA SEGÚN EL VIENTO QUE SOPLA


El viento que corre muda la veleta, mas no la torre. 
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“Un líder que actúa como pequeño timón es constante —como un faro, no como una veleta, una fuente de luz constante y digna de confianza, no alguien que gira con cualquier viento social.”
― Stephen Covey
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“Un hombre hedonista, permisivo, consumista y relativista, no tiene referentes ni puntos de apoyo, y acaba no sabiendo a dónde va, envilecido, rebajado...Convertido en un objeto que va y viene, que se mueve en todas las direcciones, pero sin saber adónde se dirige. Un hombre que en vez de ser brújula, es veleta.”
― Enrique Rojas
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VELETAS
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Tienen mala fama, tanto las personas como lo  partidos políticos y para ambos se han acuñado frases rotundas: “No seas veleta”. Se dice así, para señalar a aquel que cambia constantemente de opinión pero, a menudo, no de conducta. Porque una cosa son las conveniencias y otra muy distinta la realidad abrumadora que nos determina en una posición ideológica. La historia de España en las dos últimas centurias ha sido determinada por dos fuerzas políticas, el Liberalismo y el Carlismo. Nacieron, ambas, con la edad contemporánea y del liberalismo es hija la constitución de 1812 y del carlismo el fruto de tres guerras carlistas y buena parte del atraso económico que padecemos, todavía, los turolenses. Ambas fuerzas, opuestas e irreconciliables, representaban dos posiciones ideológicas diametralmente opuestas. Los liberales progresivamente escindidos en diversos partidos representaban el progreso y la vanguardia. Los carlistas, por contra, eran contrarrevolucionarios y buscaban la vuelta al viejo régimen de monarquía absoluta, su lema: TRONO Y ALTAR.
En nuestra provincia las dos posiciones se representan con nitidez en las figuras de Víctor Santos Pruneda Soriano para el liberalismo político y, Ramón Cabrera y Griñó, para la posición carlista. El liberalismo en España fue perdiendo peso en la medida en que aparecía el socialismo: primero la UGT y luego el PSOE. El último carlista “neto” lo encarnó la figura de Roberto-Gonzalo Bayod Pallares cuya peripecia puede seguirse en el libro: “Vivencias y anécdotas de una bajoaragonés de a pie”. Con Roberto Bayor y lo sucesos de Montejurra (siendo Ministro Fraga Iribarne) se da por concluido el Carlismos en España, aunque queden ciertos nostálgicos. El liberalismo ha pervivido y se ha revitalizado gracias a su “pasión” por la economía. El Neoliberalismo económico se ha hecho presente en las políticas económicas del primer mundo y a aportado su ayuda en las crisis en las que cíclicamente cae el capitalismo.
En Aragón sucede que los herederos  ideológicos de ambos movimientos se disputan el centro político. Nada más ver los carteles electorales se te saltan las lágrimas… “lobos amaestrados” piensas y es que la vida da muchas vueltas y, la política, hace extraños compañeros de viaje. Pero, ¿cambiar es bueno?, sí ciertamente. Sin embargo, hay que hacerlo con sinceridad para no ser apellidado VELETA.
Y como la historia de la afiliación y fidelidad ideológica es larga señalemos aquí lo que decía el 20 de mayo de 1873 el Comité Republicano Federal de Alcañiz: “Al partido republicano histórico puede venir en buena hora el que con consecuencia ha militado en otros campos, en la seguridad de que nosotros no hemos de rechazar a ninguno que de buena fe venga; pero a los merodeadores políticos, a esos que hoy se llaman B y mañana C según conviene a sus intereses o al de sus allegados; a esos, una vez idos, no los volveremos a admitir jamás…”
En esencia, se pide sinceridad y fidelidad, no cambios de conveniencia. A estos últimos militantes los apellidamos VELETAS. Y, a los partidos que cambian sus alianzas por un plato de lentejas: BISAGRAS.