Parque de la Glorieta
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LA HISTORIA LOS RECONOCERÁ
(A Manolo Rando)
(A Manolo Rando)
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La necesaria y cotidiana convivencia
entre las gentes, así como el merecido reposo tras la muerte, requieren, del buen
gobierno. Si educar es poner en sintonía, en armonía, al individuo con el
momento y la sociedad a la que le ha tocado vivir. El gobernante, el buen
gobernante, al ejercer la misión para la que le han elegido sus conciudadanos
debe cuidar de evitar la crispación y el enfrentamiento gratuito que puedan
llevar a la desestabilización del grupo social en el que vive. Debe gobernar
para todos pero, necesariamente debe tender la mano preferentemente al más necesitado. Hay, hoy día, y los ha habido a lo largo de la historia, más
ejemplos de malos gobiernos que de buenos. Por ello, un gobernante no debe preocuparse
solamente, u obsesionarse, con las obras, tan necesarias, también, debe
ocuparse de que la vida transcurra con la suficiente armonía. Habla más y mejor
del buen gobierno una rosaleda con un niño jugando en paz y tranquilidad, que
los andamios sobre una fachada.
De las dos fotografías que mostramos
aquí, una habla de obras en la plaza de San Juan, la otra de un parque donde
juegan los niños. El buen gobernante, sin abandonar una, deberá preocuparse por
la debida y necesaria concordia entre sus convecinos. Tarea difícil. Nadie dijo
que gobernar sea fácil y no todo el mundo tiene las capacidades para hacerlo. Hay
un liderazgo innato que se va forjando en algunos individuos día a día. Antaño
eran los guías que conducían a los hombres de la tribu hasta la caza. Hoy, los
verdaderos líderes, sin apenas ser notados, distribuyen con el mejor criterio
posible el entendimiento y la concordia ente sus conciudadanos. Sin apenas ser señalados, ellos son los buenos gobernantes y, a ellos y sólo a ellos, la
historia los reconocerá.
Remodelación de los juzgados.
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