Era costumbre, antaño melonar, casarse para la Sanmiguelada (29 de septiembre). La razón fundamental era, comenzar la vida en común con el año agrícola. En el maestrazgo, fundamentalmente, al nuevo matrimonio se le daba o arrendaba un masico ya que al no tener hijos podían gestionarlo mejor. El nuevo matrimonio estrenaba casa, animales domésticos, aperos de labranza, sembradura para comer pan, e iba a alguna de las muchas ferias ganaderas que se celebraban cerca del masico. Hoy todo ha cambiado y las masadas están en ruina o se gestionan desde otra población. Sorprendentemente, hoy, hemos visto una boda en la plaza de la catedral de Teruel. Nos ha recordado tiempos pasados.
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Bajo el arco de la puerta de la casa del Dean y junto a la fuente de Pierres Vedel la novia oculta, con el ramo, el primer beso que se dan como esposos.
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