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martes, 16 de octubre de 2018

Octubre2018/Miscelánea. CRISTO CRUCIFICADO

COSAS QUE AGRADAN Y QUE NO AGRADAN A DIOS
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Desde el Génesis queda claro que, hay cosas que agradan a Dios y ofrendas que le desagradan. Abel ofrecía los primeros frutos de su ganado y por ello, estos, eran gratos al Señor; sin embargo, no recibía con agrado las ofrendas de Caín, que cultivaba la tierra. Esta tendencia de Dios a recibir con preferencia las primicias y los mejores frutos puede hacerse extensible a todas las religiones. Tan es así que en las cultura/religión Maya, los sacerdotes ofrecían en sacrificio a los dioses el vencedor en un juego o en una contienda. Se hacía así porque el vencedor era el mejor, el más valiente, el más fuerte… el más inteligente. Comprendían que de esta manera sus ofrendas serían gratas a su Dios. Hay leyendas como la de San Vicente Ferrer en las que se ofrece al primogénito de pocos meses en banquete al santo. Está en la línea que señalamos, a Dios se le ofrece siempre, LOS MEJOR.
Hay quien piensa que los lugares de culto son suntuosos por puro placer humano y no es así. La idea básica es la ofrenda a Dios y, Dios, no puede estar en cualquier lugar, Dios debe situarse en la cima de todo. Aparecen, pues, lugares tan suntuosos como catedrales, basílicas e iglesias. Los objetos de culto igualmente deben ser suntuosos. Esta idea también se plasma en los crucifijos. Los materiales allí donde alcanza el dinero son de gran calidad: ORO, PLATA, MARFIL, BRONCE… y, desde luego, tallados por los mejores artistas del momento. De esta forma ha llegado a nuestros días, a pesar de las guerras, robos y destrucciones, una cantidad imponente de cristos crucificados que pueden verse en iglesias y en colecciones particulares.
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ORIGEN DEL SÍMBOLO DE LA CRUZ EN LOS CRISTIANOS
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Durante los tres primeros siglos parece que no se representó plásticamente la cruz: se preferían las figuras del Pastor, el pez, el ancla, la paloma…
Fue en el siglo IV cuando la cruz se convirtió, poco a poco, en el símbolo predilecto para representar a Cristo y su misterio de salvación.
Desde el sueño del emperador Constantino, hacia el 312 ("In hoc signo vinces": con esta señal vencerás), que precedió a su victoria en el puente Milvio, y el descubrimiento de la verdadera Cruz de Cristo, en Jerusalén, el año 326, por la madre del mismo emperador, Elena, la atención de los cristianos hacia la Cruz fue creciendo.” (Tomado de Internet)
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Siglo XV
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Marfil, Museo Episcopal
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Propiedad del Ayuntamiento de Cariñena
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Detalle
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CUATRO CRISTOS EN EL HOSTAL DE LOS REYES CATÓLICOS DE SANTIAGO DE COMPOSTELA
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