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miércoles, 18 de marzo de 2015

Marzo2015/Miscelánea. UN GRAN FALLERO TUROLENSE, LUIS PASCUAL FERRER, DE FUENTES CALIENTES

PUNTO FINAL
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Hubo una época en que nuestros pueblos tenían 400, 600 o 1.200 habitantes, entonces, hubo una siembra de figuras destacadas en el panorama nacional e incluso internacional. Esto duró hasta el final del bum demográfico del siglo XIX. Desde los años 50 del siglo pasado, hasta nuestros días, no hacemos más que perder población. Algunos estudiosos turolenses tuvieron un chollo con la provincia a base de realizar biografías de  sus más ilustres hijos. A José María de Jaime Lorén se le está acabando. Hay pueblos en los que hace décadas que no ha nacido nadie. Pueblos que tienen la pila bautismal cubierta de telarañas, literalmente. Las pilas bautismales eran, y son, recias moles de piedra esculpida. Tan sólidas, que fueron, en muchas ocasiones, el único elemento que sobrevivió a la revolución anarcosindicalista de los años treinta del siglo pasado. Blasco Ibáñez,  Francisco Peña, Buñuel, Serrano, Chomón, Loscos, Antillón, Braulio Foz, Berdejo Elipe, Arnau, Gómez Miedes… son el resultado de esa siembra monumental, de ese éxito intelectual que dio la población y el cultivo de un territorio. Ahora, apenas nos queda otra cosa que lamernos las heridas. Si alguna figura destacada nace hoy, seguro que se irá rápidamente fuera de nuestra tierra a triunfar. Así ha sucedido con Luis Pascual Ferrer al que los medios de comunicación traen con ocasión de las Fallas valencianas. Un mundo rural, que prácticamente ha muerto y al que algunos, todavía, le quieren sacar su último beneficio. La desertización es un hecho y eso no lo recupera nadie y menos con dinero. Fue una forma de ocupar un territorio en la Edad Media y a la que se le ha puesto punto final o se le va a poner en el siglo XXI. Ha durado demasiado y, sin embargo, nos ha cogido por sorpresa. ¡Qué cosas!
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