YO HAGO CON MI CUERPO LO QUE ME DA LA GANA
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Traemos a cuento este titular porque en las tertulias de la televisión, particularmente las del marujeo, suele repetirse con mucha asiduidad esta frase. Y sucede también, que nuestro sistema EDUCATIVO no educa convenientemente a sus receptores, por la sencilla razón de la falta de formación del profesorado y por el desplome de los niveles formativos. Nuestro sistema público ha tenido tres ministerios. Nació en el de Fomento con Moyano, continuo en el de Instrucción Pública hasta el franquismo y en la dictadura por sugerencia de la ONU, el ministerio pasó a llamarse de “Educación”. ¿Y que es educar? La definición más corriente dice que es: “poner al alumno en consonancia con los valores de la sociedad en que nace y vive”. Lo que no dice la definición es, qué hacer cuando los valores de esa sociedad están en crisis. Es el caso que nos ocupa.
Vayamos al asunto: Uno (un individuo cualquiera), en principio, no puede hacer con su cuerpo lo que quiera, porque tiene dos deberes. Primero, consigo mismo y segundo, como miembro de la sociedad en la que participa y a la que se debe. Si un individuo que ha llegado a la madurez intelectual, al uso de razón, adopta una religión (ideología) voluntariamente, es porque libremente lo ha decidido. No es posible coartar el pensamiento, aunque sí la expresión de ese pensamiento. La religión que adopta (pongamos la católica) tiene unos preceptos que son obligatorios: respetar el cuerpo por ser templo del Espíritu Santo. No puede, por tanto, ni amputarlo, ni aniquilarlo. El suicidio, la amputación, es un grave pecado que te saca de la comunión cristiana.
Pero..., yo no soy cristiano, soy socialista y no creo en Dios. ¡Vale! Ahora me remito a Carlos Marx, cuyos principios morales circulan por la misma pauta que el cristianismo. En los países en los que se conserva con más tradición el socialismo (Rusia, Cuba) están perseguidos los homosexuales. Los primeros socialistas plantearon la cuestión en función del triunfo del movimiento obrero. Si no hay “prole” no hay proletariado y por tanto toda la pirámide ideológica se va al traste. Todo esto lo admite el marxismo, aún a sabiendas que, el contrato matrimonial, se fundamenta en la trasmisión de la propiedad privada y el marxismo es contrario a la propiedad privada. Ahí Marx tuvo un problema gordo.
En tercer lugar, un individuo puede ser de pensamiento anarquista, no en el sentido en que nace en la I Internacional, sino en el sentido de estar desapegado de cualquier principio ideológico. Hacer lo que a uno le de la real gana. Pero, cualquier anarquista debe saber que pertenece, quiera o no, a un “cuerpo social”. Le guste o no le guste esa libertad de la que alardea se la debe a la sociedad que le ha dado, educación, vivienda, sanidad, cultura y LIBRE ALVEDRÍO. Y por este sencillo principio, uno se debe al cuerpo social al que pertenece y tiene la obligación de contribuir en su medida. Dice el principio más general del anarquismo: SER LIBRE ES SER REPONSABLE. He aquí al verdadero anarquista.
Pero, volviendo a las tertulias en las que se maleduca a nuestra juventud, cualquier despropósito o sinsentido es acogido con aplausos “enlatados” y presentados a la sociedad como guía de conducta. De ahí que, gente teóricamente instruida, repita como papagayos ideas y conceptos verdaderamente maléficos y contrarios a los deberes de responsabilidad y cooperación, con uno mismo, y con la sociedad en la que vive.
Todo lo que a ti te haces, se lo haces al cuerpo social en el que naces y vives.