DE LO PARTICULAR A LO UNIVERSAL
(y de lo universal a lo particular)
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Por Chusé María Cebrián Muñoz
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España tiene una larga tradición, llamémosle, “autonomista”. Simplificando mucho, todo nace con el nacimiento del los reinos de taifas (en el año 1031 cae el califato de Córdoba). Las sucesivas conquistas de Granada (2 de enero de 1492), y América (12 de octubre de 1492) amortiguarán las ansias particularistas (En el siglo XVIII varias medidas potenciaron el comercio catalán. En 1756 la Corona autorizó el puerto de Barcelona a enviar barcos a América, pero debían detenerse antes en Cádiz. En 1765 se abrió a nuevos puertos el comercio con las Antillas y en 1778 el rey Carlos III decretó el libre comercio, que rompía de manera definitiva con el monopolio de Cádiz y favorecía la emigración a América y en el puerto de Barcelona está el monumento a Colón y éste, señalando a América). Pero llega la caída del imperio y en mitad del siglo XIX aparece la I República (año 1973), federal-cantonalista y plagada de guerras fratricidas. En el final del siglo XIX con las perdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas (1898) aparecen los catalanes y su idea del renacimiento de una patria, una región/nación catalana, germen del manido independentismo. La idea se expande en forma de regionalismos primero, nacionalismos después y independentismo finalmente.
El desconocimiento general de la antropología y la cultura ibérica (nota: en el siglo XVI España era el país de Europa con más universidades) ha hecho que cada territorio se vea singular y pretenda controlar sus recurso y si acaso los del vecino (caso catalán). También, acaparar la inversión extranjera.
Si uno lee el Madoz, de mitad del siglo XIX, verá que casi nadie viajaba. Y los que lo hacían, generalmente “el Propio”, lo hacía por medio de caminos de herradura (chufla chufal...). Llega el final del siglo y en el año 1901 se comunica Teruel por ferrocarril, la última capital de provincia. A las capitales de toda España llegará el “viajante” de textiles catalán y España se convierte en el mercadillo de Cataluña. Este aislamiento debido a las penosas comunicaciones, los localismos favorecidos por el caciquismo y la resistencia al liberalismo económico son una rémora y un caldo de cultivo donde crece el regionalismo generalmente dirigido por la “burguesía agraria” de corte caciquil. El Franquismo fue un laboratorio de desintegración económica y la democracia ha sido el periodo de nuestra historia reciente que mejor ha redistribuido la riqueza y ha aproximado unos pueblos a otros. Los medios de comunicación, las redes sociales, el turismo y la inmigración nos hacen ver lo iguales que somos los unos con los otros. El final del siglo XX ha sido espectacular en las comunicaciones, un desarrollo nunca visto desde Roma. Sin embargo, esta tendencia, tan hispana, del “coto” la “dehesa” y el “corralico” no ha decaído. Joaquín Costa a principios del siglo XX propuso una solución junto a Mallada para los problemas de España. Esa solución, de la que todos quieren ser hijos es la que nos ha traído hasta donde estamos. Pero, me barrunto, que los tiempos están cambiando y catalanes y vascos están haciendo caja por lo que viene. Nadie es más listo que nadie y en todas las regiones españolas ha habido y hay gente inteligente, emprendedora y capaz de aportar soluciones a los problemas generales y a los retos del futuro.
Blas Infante es un ejemplo en Andalucía, la tierra más española de España de ese particularismo, de ese separar en vez de unir. Le llaman Padre de la Patria Andaluza señalando en la definición una misma contradicción. Nadie crea la patria, pues patria es la tierra de nuestros padres y eso es inevitable, a no ser que uno nazca en el limbo (y..., a no ser que contenga, el calificativo, el germen del nacionalismo/separatismo andaluz).
Vemos en las noticias el cambio de rumbo y de la percepción de este movimiento segregacionista está periclitando. Los partidos regionalistas están en crisis en Aragón (PAR – Cha). La España despoblada está perdiendo apoyos y por contra crecen partidos que pretenden aglutinar a la población, como VOX.
¿En que nos diferenciamos de los catalanes? Estamos en la misma liga de fútbol, vamos al Corte Inglés, consumimos los mismos productos, vemos las mismas televisiones, nos conectamos por las mismas redes sociales, viajamos en pocas horas de una región a otras... los centros regionales han quedado obsoletos y así un sinfín de cosas. Pretender ser independientes es algo más político, que real. Cataluña, sin el mercado español, sería la ruina para ella. Conviene recordar como nace el mercado catalán. Resulta que tras la pérdida de Cuba llegan los indianos con dólares y piden al gobierno de Madrid el monopolio catalán para la exportación de textiles, el gobierno concedió, era evidente, pero los catalanes no vendieron nada al exterior, por el contrario acabaron con la red de fábricas de textiles poco tecnificadas del resto de la península. La provincia de Teruel con una extensa red de telares es un ejemplo de lo que decimos: fabricas de la Iglesuela, Fortanete, Rubielos, Calamocha etc. etc. Ellos había acabado de comprar la lanzadera mecánica inglesa y los turolenses estaban descapitalizados para poder enfrentarse al reto de la renovación tecnológica. Como dato revelador decir que la primera huelga general de España se produce, solamente en Barcelona, y es contra la introducción de la máquina en la producción textil, ya que suponía perder mano de obra.
Hoy, la suerte de Cataluña, es la suerte de España y España es la suerte de Europa. Y la política internacional nos dice que necesitamos más europeísmo y menos localismo.
Breve nota sobre las comunicaciones en España: en este asunto tan fundamental de las comunicaciones cabe señalar lo siguiente. El único camino con eje carretero que atravesaba lo que es ahora la provincia de Teruel era la vía romana Caesaraugusta- Lamino. Hasta el año 1901 no llega el ferrocarril a Teruel. En el Madoz se describen las comunicaciones entre los pueblos por caminos de herraduras. Durante las guerras carlistas se hicieron alguna “carretera” cosa que aprovecharon los caciques para decir que las carreteras traían las guerras y así mantener sumido al pueblo en el atraso económico. Pero, la falta de comunicaciones tiene dos culpables claros, que son: la monarquía absoluta española y la Iglesia como institución. Para la monarquía española, la inversión fundamental estaba en la “Armada” y ahí invertía todo lo necesario. Su sostén (el de monarquía) estaba en la propia Armada. Recibía de América “el quinto real” de la producción de las minas de oro. Los productos reelaborados con la plata mexicana en China, etc. Para el pueblo español la conquista de América le supuso una enorme carga económica ya que, en el año 1492 en que se toma Granada, debería haber cesado el cobro del “diezmo” y la exención de impuestos a la nobleza. El asunto no se resolvió, (porque se consideró ideológicamente la conquista de América, de hecho, como una continuación de la reconquista/cristianización), hasta que llegó la monarquía parlamentaria con la Constitución de Cádíz y creó gobiernos provinciales y locales en 1833. España, era en la práctica, un señorío eclesiástico (todavía pervive el anticlericalismo radical en España) y a la Iglesia nunca le interesó el progreso económico, social y cultural del pueblo. La Iglesia fue el elemento más reaccionario de todo el siglo XIX y buena parte del XX.
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