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viernes, 20 de junio de 2014

Junio2014/Miscelánea. LA ÚLTIMA CENA FAMILIAR FUE CON LOS GUASAP SOBRE LA MESA

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DE LA "ÚLTIMA CENA" AL "GUASAP"
Durante mucho tiempo, este cuadro de la Última Cena de Jesús, ha presidido la pared central del comedor familiar. Sobre el aparador o trinchante colgaba, despidiendo un brillo plateado  entre dos velas o candelabros, este icono que representa la Última Cena de Jesús con sus apóstoles. No sabemos quién fue su autor  pero su éxito proviene, seguro, de alguna decisión sancionada por la autoridad eclesiástica. Cuando no había ni radio y menos televisión, solamente su reflejo, tras la sobremesa nocturna, acompañaba en la conversación a sus moradores. Este cuadro que he encontrado en un anticuario de Encinacorba te remite a tiempos pasados. A épocas en que la información/adoctrinamiento era trasmitido por imágenes “estáticas”. Retablos, pasos procesionales, peirones, etc.… eran formas de transmisión religioso/cultural.
El dueño del cuadro “se lo ha quitado”, dándolo gratis al gitano que trafica con objetos obsoletos. Ahora, en el comedor familiar, toda la familia come o cena mirando la televisión. Miento, en mi casa ya tenemos un problema con los mensajes de móviles (guasap). Pitido de aviso de llegada y se deja de comer para acudir a ver el “Último Mensaje”. Consumido éste, volvemos a masticar como si nada hubiera pasado. Calibremos aquí el valor y contenido de lo trasmitido.
Una persona “moderna” debe ser capaz de evaluar dos cosas. Primera, la calidad del mensaje que se le remite, y segunda, los elementos significativos del mismo que podrá incorporar a sus esquemas de pensamiento para completarlo o enriquecerlo. Si el mensaje de la "Última Cena" ha durado dos mil años y su trasmisión ha sido (digámoslo así) tan poco atractiva.  Qué valor tienen los miles de millones de mensajes que se transmiten a diario y de los que apenas se aprecia en el receptor una leve mueca, y no siempre.
El guasap es un ejemplo de transmisión rápida pero grosera. Su contenido, tan escueto, apenas da lugar a la reflexión y menos al análisis. Pertenece, quizás con más propiedad, a una naturaleza predemocrática. A los individuos se les cita a un botellón, a una manifestación, sin que la mayoría calibre las consecuencias de tomar tal o cual decisión (un estudio estima que las nuevas generaciones perderán entre 15 y 25 centímetros de talla por la ingesta de alcohol, debido al botellón).
Si la información y la formación requieren su pausa, sus ritmos y sus filtros. Si a menudo aconsejamos acudir a más de una fuente para confirmar un suceso o valorar una noticia. El guasap participa de todo lo contrario y por ello nos hace cometer numerosos errores. El guasap es utilizado, cada vez con más frecuencia por los políticos y es causa de muchas decisiones tomadas de forma atolondrada.
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