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lunes, 13 de mayo de 2013

Mayo2013/Miscelánea. DEBATE SOBRE LA LEY DE LENGUAS DE ARAGÓN


DESLENGUADAS
Por Hugo Miquele
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Tengo verdadera curiosidad por saber cómo hablan hoy los habitantes del Matarraña, por ejemplo. Si atendiéramos a algunas intervenciones realizadas esta semana en la Cortes de Aragón, seguro que tienen serias dificultades para expresarse en su lengua vernácula. Al fin y al cabo, se han cercenado sus derechos más fundamentales, se ha atentado contra su riqueza lingüística, se les ha hurtado su dignidad.
Y todo, porque el tripartito de izquierda, en una composición análoga a la que arrasó Cataluña durante dos legislaturas, decidió entregar su patrimonio cultural a nuestros singulares vecinos y ahora, Las Cortes de Aragón, con la misma legitimidad, han decidido recuperarlo.
Aragón es una comunidad milenaria, que ha sufrido numerosos expolios de nuestros vecinos durante años, por eso sorprende la obsesión de algunos partidos aragoneses por seguir entregando nuestro patrimonio, como si de un diezmo al señor se tratara. Es ese complejo de inferioridad que les lleva a doblegarse cuando se habla de cuestiones históricas, a reinventar logotipos como el actual de las Cortes de Aragón, renegando de una historia de la que deberíamos sentirnos orgullosos. A mirar para otro lado cuando los proyectos de trasvase son a Cataluña y no a Valencia, a residenciar el conflicto de los bienes en una cuestión eclesiástica, para eludir mayores compromisos.
La modificación de la Ley de Lenguas ha levantado ampollas en Cataluña, donde sentían como un triunfo la cooficialidad, imposición y normalización del catalán en nuestro Aragón oriental. A partir de ahí, comenzaron las burlas y la ridiculización de la ley, inventando nombres que en el texto legal no aparecen. Pero lo más bochornoso ha sido el seguidismo de algunas intervinientes de Aragón, títeres y cómplices de esa ridiculización.
La lapao no existe, es un invento de aquellos a los que les cuesta reconocer que la ley establece una única lengua: la aragonesa, con modalidades lingüísticas habladas en diferentes zonas que se regularán en un futuro, siempre deforma voluntaria.
La ley reconoce y protege el aragonés, y esas modalidades que suponen un orgullo para muchos pueblos, molestos con la imposición del catalán. Donde no estaban dispuestos a aguantar que venga un señor a decirle a un habitante de Benasque, por ejemplo, que lo que habla son vulgarismos  y que debe aprender a expresase bien en catalán. El patués es la lengua, o variante lingüística, que aprendió de sus padres y seguirá hablándolo así toda su vida.
En el texto legislativo se regula la creación de una academia, se promueve su conservación, protección y promoción, se fijan los derechos de los hablantes a expresarse y comunicarse con la administración. No se impone nada, su uso es de carácter voluntario. ¿Qué les molesta tanto a nuestros detractores? ¿Qué deje de llamarse catalán?
Contribuir y jalear la ridiculización que realiza los medios de comunicación catalanistas, y hacerlo desde aquí, es una afrenta a nuestra comunidad y a nuestra historia. Este tipo de desprecios son los que explican lo que sucedió hace dos años. No es sólo una cuestión lingüística, es una cuestión de dignidad.