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Como todos los años, en nuestra tradición Católica, se renueva el rito de montar el Belén. Unos lo hacen en su casa. Muchos establecimientos públicos en sus escaparates. Nosotros lo hacemos en el patio de nuestro bloque de viviendas. ¡Bueno!, lo hace Javier y lo dirige Vicente Azuara. Así está la cosa. El caso es que cada año va aumentando en dimensión: más casas, más figuras, más luces, más decorados… El trabajo empieza poco a poco desde primeros de diciembre. Primero es el portal, luego los canales del agua, seguimos con el molino, a continuación todo un pueblo que se ha subido al mostrador de la conserjería... El punto final lo pone la estrella que con sus guiños parpadeantes hace que acudan los niños al “patio de mi casa”. El Belén va ganando terreno al árbol, tiene un atractivo impresionante entre los niños y en general entre todas las personas, pues, a todos nos gustaría volver a vivir los felices días de ilusión de la infancia.
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