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jueves, 22 de julio de 2021

Julio2021/Miscelánea. EL MOLINO DE MIRAVETE DE LA SIERRA

 

EL MOLINO

Durante mucho tiempo los molinos de harina, de aceite y los hornos estuvieron en manos de la nobleza y del clero. Porque ambos constituían la llave del control social (el pan). El pan es el alimento de los pueblos pobres y, el pobre, tiene/tenía que claudicar ante el dueño de lo que entra en su estómago y en el de su familia. La forma más generalizada de cobro por el servicio de la molienda era la maquila o porción de la harina que quedaba para el dueño del molino.

El que tiene el poder, tiene la capacidad de torcer la voluntad de los que están por debajo de su autoridad. Así, en el romance, se deja entrever ya al final, la mofa del corregidor hacia el molinero. ¿Cosa extraña era ver un molinero honrado y cornudo a la vez…? pero, la voluntad de la molinera nada vale, tampoco, frente al comendador y más si  es el dueño del molino.

El romance de la molinera y el comendador, muy extendido por toda España, pone de manifiesto el funcionamiento de una sociedad estamental y autárquica y sirve de pretexto para la obra de Alarcón, El sombrero de tres picos. Así, (señala Alarcón) el pueblo llano, además de poner en entredicho su honra como le sucede al molinero sigue  pagando diezmos, primicias, alcabalas, subsidios, mandas y limosnas forzosas, rentas, rentillas, capitaciones, tercias reales, gabelas, frutos-civiles, y hasta cincuenta tributos más, cuya nomenclatura no viene a cuento ahora.

En las sociedades estamentales la concentración de riqueza en manos de unos pocos era cosa habitual. Hay un capítulo en la historia de Teruel en la que el obispo de Zaragoza reprende a los clérigos turolenses por su avaricia, esto es, por la excesiva acumulación de riqueza.

El molino tradicional es ya hoy un instrumento ancestral un ingenio que ha desaparecido de nuestra vida cotidiana y por lo que se hace necesario su museización y la preservación de aquellos que todavía puedan ser recuperados.

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ROMANCE DE LA MOLINERA Y EL CORREGIDOR

En la provincia de Huelva

había un molinero honrado,

que ganaba su sustento

con un molino arrendado,

y era casado con una moza

que era una rosa y era tan bella

que el corregidor, ay madre,

se prendó de ella.

La regalaba, la prometía,

hasta que un día

le pidió los favores que pretendía.

Responde la molinera:

-Vuestros favores admito,

pero siento si nos pilla,

mi marido en el garlito,

porque el maldito

tiene una llave,

con la cual cierra,

con la cual abre

cuando es su gusto,

expuesto es que nos pille

y nos dé un gran susto.

Responde el Corregidor:

- Me estoy haciendo una idea

de mandarle en el molino

algo que allí le entretenga.

Según lo digo, será de trigo

porción bastante;

que lo muela esta noche

que es importante,

para una idea que tengo oculta

bajo la multa de doce duros.

Así será del modo,

estemos seguros.

Allí por aquel molino

ha pasado un pasajero

que entendía de moler

tan bien como el molinero:

- Si tienes ansia por irte a casa

vete tranquilo,

que esta noche sin falta

se muele el trigo.

Ha salido el molinero

y a su casa ya se ha ido.

Les ha encontrado a los dos

como en harina metidos.

Vete tranquilo, buen molinero,

ve a tu molino

no dejes que el vecino

te muela el trigo.

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