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sábado, 15 de mayo de 2021

Mayo2021/Miscelánea. EL DRUIDA U HOMBRE ENCINA

Encina de Encinacorba dorada de flor, sierra de Algairén
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EL HOMBRE ENCINA

Esta parce ser la traducción literal de la palabra druida. Este hombre celta (aquí celtíbero) apellidado DRUIDA, unía las capacidades del sacerdote y del médico. Conocía a los dioses protectores (ancestros) y conocía los remedios curativos de la encina aunque no supiera formularlos de forma científica, como aquí se expone: La principal sustancia activa y la que les confiere la mayoría de las propiedades medicinales (a la encina) son los taninos, que posee en gran cantidad. Estos son astringentes (cierran y contraen los tejidos, capilares y orificios y tienden a disminuir la secreción de las mucosas), además son antiinflamatorios, analgésicos y hemostáticos (cohíben la hemorragia por acción vasoconstrictora o por aportación de factores coagulantes).

Pero, la romanización primero y la cristianización, después, pusieron al druida fuera de la estructura social hasta hacerlo desaparecer. Desde entonces, ciencia y fe, han sido dos caminos separados e irreconciliables. La sustitución de la ciencia por la fe para resolver los problemas humanos la vemos patente en las palabras de Jesús a los enfermos: “Ve, tu fe te ha sanado/salvado”. Hoy, todavía quedan señales de este divorcio. Así, por ejemplo, es costumbre en Zaragoza pasar a los niños por el manto de la Virgen del Pilar para que la virgen los proteja. También, estos días, se ha vuelto a ver repleta la explanada de Lourdes en busca del ansiado milagro.

Sin embargo el druida tenía razón. La obtención de remedios sacados directamente de las plantas era el camino correcto para la sanación. ¡Cuánto habría progresado la humanidad si hubiéramos seguido la senda del hombre encina! Pero, por razones que se nos escapan, el hombre decidió tomar el camino de la fe y no el de la razón.

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Encina (arriba) y espino (a los pies) en flor.

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