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lunes, 4 de septiembre de 2017

Septiembre2017/Miscelánea. LA PROBLEMÁTICA DEL VINO EN LA D.O. DE CARIÑENA. (EL LATENTE PROBLEMA DEL CACIQUISMO)

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LA PROBLEMÁTICA DEL VINO DE CARIÑENA
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La vid y su cultivo ha sido durante milenios una actividad y un producto mediterráneo. De las tres variedades de vid que hay en el mundo (Europa, Asia y América), solamente la europea, la vitis vinífera, es vinificable. Forma parte de la triada mediterránea junto al cereal y el olivo, por ello, aparece referenciada en la Biblia y forma parte del rito sagrado de la cultura Judeo-cristiana. La historia de la vid es relativamente sencilla aunque muy antigua pues, ya la citan los griegos, los romanos y otros pueblos y por supuesto, tiene su dios, el Dios del vino (Osiris, Dioniso, Baco).
Las cosas transcurrían con relativa tranquilidad en el área mediterránea hasta que a la vid le afectó el problema de la globalización. Esto sucedió a caballo entre los siglos XIX y XX cuando llega de América una enfermedad endémica de esta planta en el nuevo continente, se trata de la temible FILOXERA.
La filoxera atacó a todo el viñedo de la cuenca del mediterráneo. Pero, a partir de ese momentos  y de la forma de resolver la crisis aparecen dos fenómenos, uno comercial haciéndose Francia dueña del mercado y de la elaboración de vinos de calidad y, otro, el del incremento de la producción. Este último fenómeno es del que pende la baja rentabilidad del vino de Cariñena.
El año 1909 Alfonso XIII concede a Cariñena el título de ciudad por haber afrontado con éxito el problema de la filoxera. Lo que sucede en realidad es que Cariñena arranca la viña y se dedica (se planta) casi exclusivamente a la producción de Garnacha para la exportación a granel a Francia. También se crean alcoholeras dado el alto contenido en alcohol de la Garnacha (17 y 18 grados). A la vid se le llama desde ese momento popularmente con el nombre genérico de “injerto” (empeltre para el olivo). Termina por triunfar el  “Pie Americano” sobre el que se injerta la variedad deseada. Un sarmiento metido en agua durante el invierno produce numerosas raíces, por ello al pie se le llama también: “barbao” (semejante a una barba).
Constituida Cariñena, desde principios del siglo XX en una entidad vitivinícola dependiente de Francia, se dedica de forma desaforada a la producción de vino en gran cantidad. La Garnacha, produce una media de cuatro kilos de uva por cepa, tiene un alto grado alcohólico, sin embargo, su consumo directo, es decir, como monovarietal era desaconsejable por su desagradable efecto en boca.
Así pues, durante los años 20 del siglo XX, la comarca tiene un problema de superproducción de vino debido  entre otras cosas a las mejoras en el cultivo de la vid (aparecen dos enfermedades oídium y mildéu). A su vez, todavía muchos trujales están ubicados en las casas y las cubas de vino se ubican en bodegas subterráneas. Los compradores acuden antes de empezar la vendimia pues los viticultores deben de dejar espacios libres para la próxima cosecha inminente, obteniendo de esta forma unas compras a un precio muy competitivo. Añadamos al asunto la producción de vino artificial en Zaragoza con el alcohol procesado en las nuevas alcoholeras. Aparece de esta forma y como reacción a un situación agobiante, el ESTATUTO DEL VINO. El cual señala en su esencia que el vino debe proceder de la uva y no debe haber procesos artificiales de fabricación.
Tras la Guerra Civil 36-39 se desarrollan un sistema cooperativo que da respiro a la asfixia del almacenamiento del vino. Las cooperativas mejoran los procesos de elaboración y almacenamiento del vino. Desaparecen los trujales particulares y hay un “QUÍMICO” que se encarga de que el vino fermente y se conserve en las debidas condiciones. Sin embargo, se sigue vendiendo vino a granel a Francia.
Tendrá que llegar un nuevo siglo, el XXI, para que Cariñena despierte de un largo letargo en el que el desprestigio de su vino ha llegado a límites insoportables. Con ayudas europeas se levanta un gran número de cepas de la variedad Garnacha y se introducen variedades como, Chadonnay, Cabernet, Temranillo, Cariñena, Merlot… etc. A su vez la cooperativas inician un proceso de embotellado de casi la totalidad de su producción y buscan cadenas de distribución y venta con mediano éxito.
El agricultor en Cariñena, en general, se despreocupa de todo aquello que no sea cuidar la viña, dejando en manos de La Cooperativa los aspectos fundamentales de promoción y comercialización. Su preocupación básica está en producir muchas uvas y sacarles el mayor partido posible.
El resultado de este descontrol ha hecho que una parte de los agricultores produzcan vino en viñas de secano con una media de 4 (cuatro) kilos por cepa. Esta parte de agricultores mantiene la calidad del vino. Por otra parte, los grande propietarios, han realizado importantes infraestructuras de riego llegando a sacarle a cada cepa entre doce  (12) y quince (15) kilos de uva emparrada o en espaldera. La calidad de la uva que se ha regado es de bajo grado alcohólico, marchando una aparte de ella a la alcoholera o a vinos peleones. Una gran cooperativa vende a Cataluña todos los años 3 (tres) millones de kilos de una Garnacha para la elaboración de cava con un nivel de azucares que alcanzarán los doce (12) grados de alcohol.
Un efecto colateral de esta superproducción de vino que puede llegar a alcanzar los 93.000.000  de kilos (noventa y tres millones) es la práctica desaparición del acuífero subterráneo, Cariñena- Virgen de Lagunas-Alfamén. Piden que se construya el pantano de Mularroya (Jalón) después de desestimar los caudales que venían pidiendo del Canal Imperial de Aragón si se hubiera llevado agua de Yesa a Zaragoza.
Otro efecto colateral de esta superproducción radica en el estrés a que es sometida la viña. Hasta no hace mucho se decía que la vida de una viña alcanzaba los ochenta o noventa años incluso se hablaba de viñas centenarias y de vino centenario. En la actualidad la vida de una viña alcanza los 30 o 35 años. Esto supone que la superproducción venga acompañada de múltiples tareas o labores  que antaño la vid no tenía (los hongos proceden de la frondosidad de la cepa). El problema se ha resuelto gracias a la mecanización del campo. Si antaño había miles de inmigrantes que iban a la vendimia ahora no hay nadie, las vendimiadoras lo hacen todo. Lo mismo sucede con los tratamientos fitosanitarios, el despuntado de la viña y otras tareas todas mecánicas. La Poda efectivamente, tiene que ser manual, pero para ello hay todo un invierno por delante y la tarea se hace gracias al emparrado, de pie, y ayudados por un pequeño compresor a la espalda que reduce la fatiga del viticultor.
La vid es un cultivo adaptado durante milenios al clima mediterráneo (seco y caluroso). Los romanos ya intentaban la superproducción a través de dar forma de parra a la vid. Igualmente durante muchos años la Iglesia se proveía de vino mediante emparrado (“Uvas tiene la parra del cura/ uvas tiene pero no maduran”). El clima y el suelo han formado a través de los tiempos una planta cuya raíz alcanza los diez metros de profundidad. Por esa razón el viajero que atraviese el campo de Cariñena en un seco y tórrido agosto verá una planicie de vides totalmente verdes.
El fantasma que acecha es que, debido al estrés a que es sometida la planta, ésta llegue a secarse. Ya anuncia la prensa la noticia de viñas que se secan en Francia por la sequía y de viticultores que llegan a la desesperación.
En Cariñena se está forzando la máquina para producir mucho vino, pero con poca calidad. Esta política la desarrollan los grandes propietarios ante la mirada impasible de los pequeños, unidos todos en una misma cooperativa con intereses dispares. Por esta razón, la de la superproducción, las cooperativas (San Valero) no deja entrar a nuevos socios.
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