*
LA PROBLEMÁTICA DEL VINO DE CARIÑENA
*
La vid y su cultivo ha sido durante
milenios una actividad y un producto mediterráneo. De las tres variedades de vid que hay en el
mundo (Europa, Asia y América), solamente la europea, la vitis vinífera, es vinificable. Forma parte de la triada mediterránea
junto al cereal y el olivo, por ello, aparece referenciada en la Biblia y forma parte del
rito sagrado de la cultura Judeo-cristiana. La historia de la vid es relativamente
sencilla aunque muy antigua pues, ya la citan los griegos, los romanos y otros pueblos y por supuesto,
tiene su dios, el Dios del vino (Osiris, Dioniso, Baco).
Las cosas transcurrían con relativa
tranquilidad en el área mediterránea hasta que a la vid le afectó el problema de la globalización. Esto sucedió
a caballo entre los siglos XIX y XX cuando llega de América una enfermedad endémica
de esta planta en el nuevo continente, se trata de la temible FILOXERA.
La filoxera atacó a todo el viñedo de
la cuenca del mediterráneo. Pero, a partir de ese momentos y de la forma de resolver la crisis aparecen
dos fenómenos, uno comercial haciéndose Francia dueña del mercado y de la elaboración
de vinos de calidad y, otro, el del incremento de la producción. Este último
fenómeno es del que pende la baja rentabilidad del vino de Cariñena.
El año 1909 Alfonso XIII concede a
Cariñena el título de ciudad por haber afrontado con éxito el problema de la
filoxera. Lo que sucede en realidad es que Cariñena arranca la viña y se
dedica (se planta) casi exclusivamente a la producción de Garnacha para la exportación
a granel a Francia. También se crean alcoholeras dado el alto contenido en
alcohol de la Garnacha (17 y 18 grados). A la vid se le llama desde ese momento popularmente con
el nombre genérico de “injerto” (empeltre para el olivo). Termina por triunfar
el “Pie Americano” sobre el que se
injerta la variedad deseada. Un sarmiento metido en agua durante el invierno
produce numerosas raíces, por ello al pie se le llama también: “barbao”
(semejante a una barba).
Constituida Cariñena, desde
principios del siglo XX en una entidad vitivinícola dependiente de Francia, se dedica
de forma desaforada a la producción de vino en gran cantidad. La Garnacha,
produce una media de cuatro kilos de uva por cepa, tiene un alto grado alcohólico,
sin embargo, su consumo directo, es decir, como monovarietal era desaconsejable
por su desagradable efecto en boca.
Así pues, durante los años 20 del
siglo XX, la comarca tiene un problema de superproducción de vino debido entre otras cosas a las mejoras en el cultivo
de la vid (aparecen dos enfermedades oídium y mildéu). A su vez, todavía muchos
trujales están ubicados en las casas y las cubas de vino se ubican en bodegas
subterráneas. Los compradores acuden antes de empezar la vendimia pues los
viticultores deben de dejar espacios libres para la próxima cosecha inminente,
obteniendo de esta forma unas compras a un precio muy competitivo. Añadamos al
asunto la producción de vino artificial en Zaragoza con el alcohol procesado en
las nuevas alcoholeras. Aparece de esta forma y como reacción a un situación agobiante, el ESTATUTO DEL VINO. El cual
señala en su esencia que el vino debe proceder de la uva y no debe haber procesos
artificiales de fabricación.
Tras la Guerra Civil 36-39 se
desarrollan un sistema cooperativo que da respiro a la asfixia del
almacenamiento del vino. Las cooperativas mejoran los procesos de elaboración y
almacenamiento del vino. Desaparecen los trujales particulares y hay un “QUÍMICO”
que se encarga de que el vino fermente y se conserve en las debidas
condiciones. Sin embargo, se sigue vendiendo vino a granel a Francia.
Tendrá que llegar un nuevo siglo, el
XXI, para que Cariñena despierte de un largo letargo en el que el desprestigio
de su vino ha llegado a límites insoportables. Con ayudas europeas se levanta
un gran número de cepas de la variedad Garnacha y se introducen variedades como,
Chadonnay, Cabernet, Temranillo, Cariñena, Merlot… etc. A su vez la cooperativas
inician un proceso de embotellado de casi la totalidad de su producción y buscan
cadenas de distribución y venta con mediano éxito.
El agricultor en Cariñena, en general,
se despreocupa de todo aquello que no sea cuidar la viña, dejando en manos de La Cooperativa los aspectos fundamentales de promoción y comercialización. Su preocupación
básica está en producir muchas uvas y sacarles el mayor partido posible.
El resultado de este descontrol ha
hecho que una parte de los agricultores produzcan vino en viñas de secano con
una media de 4 (cuatro) kilos por cepa. Esta parte de agricultores mantiene la
calidad del vino. Por otra parte, los grande propietarios, han realizado
importantes infraestructuras de riego llegando a sacarle a cada cepa entre
doce (12) y quince (15) kilos de uva
emparrada o en espaldera. La calidad de la uva que se ha regado es de bajo
grado alcohólico, marchando una aparte de ella a la alcoholera o a vinos peleones.
Una gran cooperativa vende a Cataluña todos los años 3 (tres) millones de kilos
de una Garnacha para la elaboración de cava con un nivel de azucares que
alcanzarán los doce (12) grados de alcohol.
Un efecto colateral de esta superproducción
de vino que puede llegar a alcanzar los 93.000.000 de kilos (noventa y tres millones) es la
práctica desaparición del acuífero subterráneo, Cariñena- Virgen de Lagunas-Alfamén.
Piden que se construya el pantano de Mularroya (Jalón) después de desestimar los caudales que venían pidiendo del Canal Imperial de Aragón si se hubiera llevado agua
de Yesa a Zaragoza.
Otro efecto colateral de esta
superproducción radica en el estrés a que es sometida la viña. Hasta no hace
mucho se decía que la vida de una viña alcanzaba los ochenta o noventa años
incluso se hablaba de viñas centenarias y de vino centenario. En la actualidad
la vida de una viña alcanza los 30 o 35 años. Esto supone que la superproducción
venga acompañada de múltiples tareas o labores que
antaño la vid no tenía (los hongos proceden de la frondosidad de la cepa). El problema se ha resuelto gracias a la mecanización
del campo. Si antaño había miles de inmigrantes que iban a la vendimia ahora no
hay nadie, las vendimiadoras lo hacen todo. Lo mismo sucede con los tratamientos
fitosanitarios, el despuntado de la viña y otras tareas todas mecánicas. La Poda
efectivamente, tiene que ser manual, pero para ello hay todo un invierno por
delante y la tarea se hace gracias al emparrado, de pie, y ayudados por un pequeño
compresor a la espalda que reduce la fatiga del viticultor.
La vid es un cultivo adaptado durante
milenios al clima mediterráneo (seco y caluroso). Los romanos ya intentaban la superproducción
a través de dar forma de parra a la vid. Igualmente durante muchos años la
Iglesia se proveía de vino mediante emparrado (“Uvas tiene la parra del cura/ uvas tiene pero no maduran”). El
clima y el suelo han formado a través de los tiempos una planta cuya raíz
alcanza los diez metros de profundidad. Por esa razón el viajero que atraviese
el campo de Cariñena en un seco y tórrido agosto verá una planicie de vides
totalmente verdes.
El fantasma que acecha es que, debido
al estrés a que es sometida la planta, ésta llegue a secarse. Ya anuncia la
prensa la noticia de viñas que se secan en Francia por la sequía y de
viticultores que llegan a la desesperación.
En Cariñena se está forzando la
máquina para producir mucho vino, pero con poca calidad. Esta política la
desarrollan los grandes propietarios ante la mirada impasible de los pequeños,
unidos todos en una misma cooperativa con intereses dispares. Por esta razón,
la de la superproducción, las cooperativas (San Valero) no deja entrar a nuevos
socios.
***
**
*
**
*